Cámara subjetiva

ángeles Mora

Entre paréntesis

UNO vive entre paréntesis a veces. Procura olvidarse de todo, igual que para dormir en paz es mejor dejar la mente en blanco, para descansar lo mejor es el olvido. Una semana de regalo, es decir, una semana de tiempo para ti, es uno de las mejores ofrendas que se nos pueden hacer en este mundo de horas contadas y obligaciones múltiples.

He pasado una semana de recogimiento, pero no santo, si es que se puede llamar santa tantísima parafernalia. Buena para el negocio, sin duda, para el turismo también y por supuesto para el goce ¿espiritual, estético, festivo…? de los que la disfrutan, pero yo no entro en ninguna de esas categorías. Lo que me ha regalado esta semana, eso sí, es tiempo de relajación. No he visto ni oído ninguna procesión, ni siquiera me ha llegado el redoblar de los tambores. En Granada hay rincones alejados del mundanal ruido, pese a que estén a un paso del puente de los Escolapios y parezca mentira. Así es Granada la Bella, aunque unos metros más nos lleven al bullicio, las velas, las mantillas… los Cristos y las Vírgenes. Y el helado de los italianos.

Sí, he pasado una semana de recogimiento. Otros deciden asomarse a una playa, incluso hacer cruceros. Yo he recordado a Xavier de Maistre, en su habitación de la Vía Po turinesa, para emprender algunas excursiones mentales viajando alrededor de mi cuarto mientras discuten un poco el alma y la bestia que todos llevamos dentro.

Y así estaba tan felizmente en mi arcadia cuando de pronto ha amanecido el lunes de pascua y hemos debido aterrizar precipitadamente, mi mente y yo, en el espacio minúsculo de mi comunidad de vecinos. Pues resulta que en mala hora me tocó ser nombrada Presidenta de la misma. ¡Vaya! nunca creí que sería presidenta de nada. Sin presentarme a elecciones ni ofrecerme de ninguna otra manera, por el democrático sistema del sorteo (sistema que cuenta con antecedentes griegos y todo, no lo voy a negar). Bueno, el aterrizaje, lo juro, ha sido bastante violento para mí, pues en las comunidades de vecinos se reproducen, al parecer, muchos de los rifirrafes (aunque a un nivel que suele resultar ridículo) que diariamente nos amargan la vida a otros niveles comunitarios.

Y he aquí que ha llegado la hora de que yo me crea con autoridad alguna. ¿Podré creérmelo si he nacido para viajar alrededor de mi cuarto y vivir entre mis libros?

Me siento en un verdadero compromiso. A lo mejor aquí empieza mi carrera política.

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