Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

El parlamento rebelde

La actitud de la Cámara de los Comunes es muestra de salud democrática, respeto al estado de derecho y a las instituciones

Lo que para tanto tiquismiquis parece un espectáculo delirante, para los que nos enorgullecemos de nuestra anglofilia y admiramos el parlamentarismo británico, solo es una glorificación del mismo. Que el Parlamento sea capaz de paralizar la deriva autoritaria y populista del ejecutivo es su razón de ser. Desde que Carlos I quiso apresar a cinco comunes a mediados del siglo XVII, ningún soberano ha vuelto a pisar la cámara y todavía hoy, su emisario es recibido con un portazo durante el acto de apertura del año parlamentario. Lo que diferencia la oposición al intento absolutista del Estuardo y al plan del premier Johnson para obviar la soberanía parlamentaria y provocar un Brexit sin acuerdo, está en quien es el titular del poder ejecutivo, ayer el rey, hoy el gabinete.

En 1774, Edmund Burke fue elegido parlamentario por Bristol. Se dirigió a sus electores con un discurso que sigue siendo referente de las obligaciones de un parlamentario: "Vuestro representante se debe a vosotros, no sólo en sus acciones sino en sus opiniones; pero os traicionaría, en lugar de serviros, si las sacrificara a las vuestras". El pueblo británico votó a favor del Brexit. No fue una mayoría abrumadora, pero los brexiters ganaron el referéndum torpemente convocado por Mr. Cameron. Y digo torpemente porque contestar sí o no a una cuestión tan compleja y, a su vez, al proceso jurídico, diplomático y económico que requiere su concreción no es razonable. El objeto de un referéndum debe ser el de solicitar la aprobación de un acuerdo cerrado, no el de testar un estado de ánimo. El Reino Unido entró en el Mercado Común tras años de negociaciones y ahora, se pretende salir por las bravas, sin acuerdo y como elefante en cacharrería, sólo para dar satisfacción al mandato popular. Obviando que el resultado fue más cercano a un empate que a una clara mayoría y negando legitimidad al parlamento elegido posteriormente. No hay nada más populista y menos demócrata que defender que el resultado de un referéndum nos ata eternamente y que las consultas periódicas exigidas constitucionalmente no pueden modificar aquella decisión.

La actitud rebelde del Parlamento y la libertad que están demostrando sus miembros, no es más que una clara muestra de salud democrática, de respeto a las instituciones y al estado de derecho y de rechazo a los liderazgos populistas y a la charlatanería política tan habitual en estos tiempos.

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