palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Nunca pasa nada

SE acaban los mandatos políticos y se agotan (quién sabe hasta cuándo) las oposiciones para la administración, se apelotonan por miles los concursantes en busca del ansiado trabajoparatodalavida y, por la misma razón, menudean las reclamaciones cuando alguien descubre que entre los afortunados que han superado los cortes hay apellidos, parentescos, aires de familia con políticos, jefes, militantes y sindicalistas. La gente está escamada con razón. Las diputaciones, además, arrastran una espesa leyenda de favoritismo. El de los auxiliares ha sido el segundo examen de la Diputación de Granada que ha suscitado la reclamación de unos opositores. El primero (las pruebas para enfermeros) fue además vergonzoso pues amén de parentescos sospechosos incluía cuestionarios desfasados. ¿Para facilitar la respuesta de los avisados? No se sabe. Hasta tal punto las irregularidades fueron abrumadoras que el tribunal tomó la determinación de repetir el ejercicio.

Ahora las reclamaciones cuestionan la imparcialidad de un segundo. ¿Qué está pasando en la Diputación? ¿Lo que todos pensamos? Si lo preguntamos a los cargos institucionales o políticos nos responderán: ¡Nada! Eso es lo que han dicho cuando les ha estallado el escándalo en las manos: nada. Bueno, seamos justos, en el último ejercicio cuestionado el Partido Popular, a través de José Antonio Robles, ha avisado de que cuando su jefe Sebastián Pérez tome posesión como presidente de la Diputación revisará todos los concursos.

En cambio ni Pérez, ni el alcalde ni nadie del PP ha dicho esta boca es mía (salvo al protocolario "acataré la sentencia") cuando un juzgado de lo Contencioso ha anulado las oposiciones a subinspector de la Policía Local celebradas en 2007 porque cinco de los aprobados conocían de antemano las respuestas. Cinco agentes pertenecientes a un sindicato determinado que fue premiado por su fidelidad política durante el primer mandato de Torres Hurtado. Hace unos meses, la Audiencia Provincial ya había determinado con nombres y apellidos qué policías participaron en el fraude pero archivó provisionalmente el fallo porque no encontró a los culpables o, lo que es lo mismo, porque el voto de silencio (la omertá) impidió que los testigos llamados por el juez fueran más allá de un insulso encogimiento de hombros. Aconchabamiento, que se dice en las películas policiacas.

El panorama es turbio, muy turbio y en el PP parece que no hay más voluntad de limpieza que la de hurgar en las madrigueras del contrario en busca de los restos de la fiesta. La moral política está tiesa. Mucho me temo que serán las restricciones económicas por venir (la deuda de las institucionales locales representa ya en 3,3% del PIB) las que impongan cierta decencia porque llegue el días en que nada haya que repartir.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios