El paso de cebra que va desde la calle Zacatín a Los Italianos es, sin duda, uno de los más reconocibles de toda la ciudad. Un mundo por el que cada día transitan miles de seres (muy pronto volverán los turistas) y donde durante todo el día se van recogiendo estampas ciudadanas para enmarcar, cada vez que se pone rojo el semáforo para los coches y se reanuda la marcha y las patitas echan a andar con los peatones cruzando las rayas blancas allá donde comienza la Gran Vía de Colón y empieza otro mundo.
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