La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Contra pedantes: Stephan Zweig

Felicitémonos por la recuperación de Zweig. Pero meditemos sobre ese odioso clasismo que es la pedantería

Leo que la recuperación de Stephan Zweig, tras años de olvido e infravaloración, no deja de crecer: entre 2014 y 2018 editoriales prestigiosas -con Acantilado al frente- han publicado 40 obras suyas a las que en el primer semestre de 2019 se sumarán otras seis. El olvido y desprecio de Zweig fue una de tantas injusticias obradas por esa forma odiosa de clasismo intelectual llamado pedantería. Porque Zweig había sido inmensamente popular (primer pecado) y leído por todas las clases sociales (segundo pecado) como un ameno novelista al que el cine hizo aún más popular (tercer pecado) y un formidable biógrafo empeñado en divulgar la excelencia entre las mayorías (cuarto pecado).

En los años 20 y 30 la maravillosa Editorial Juventud -que hizo más felices a niños y adolescentes con las primeras traducciones de Oliver Curwood, Enid Blyton, J. M. Barrie o Lewis Carroll y en los 50 con las de Tintín- hizo familiares las biografías y novelas de Zweig, publicando posteriormente sus obras completas en cuatro lujosos volúmenes. Era tan popular que -como estudia Ingrid Cáceres en su artículo Germanofilia y nacionalcatolicismo: contradicciones en la recepción franquista de Zweig- pese a que en 1941 el embajador alemán solicitó al Delegado Nacional de Propaganda que se prohibieran en España "los autores judíos alemanes que me parecen especialmente indeseables: Franz Werfel, Jakob Wassermann, Emil Ludwig y Stefan Zweig", se siguió publicando incluso en los años más duros de censura.

Acudo a mi memoria personal. En muchísimas de casas de todas clases sociales había libros de Zweig. En las de mis amigos -hijos de oficinistas, empleados de banca, propietarios de bares modestos y abogados de pequeños despachos que vivían en Nervión, el Polígono de San Pablo, Ciudad Jardín o Los Pajaritos- había pequeñas bibliotecas en la que nunca faltaban obras suyas. Y frecuentemente los cuatro volúmenes de las obras completas comprados a plazos. Después, el olvido y el desprecio. Y ahora la resurrección en prestigiosas editoriales. Cuando un gran autor que fue popular -la verdadera y única democracia cultural- es despreciado y después recuperado como cultura de élite es que algo ha ido mal. Felicitémonos por la recuperación de Zweig. Pero meditemos sobre ese odioso clasismo intelectual que es la pedantería.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios