La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

El pin de progre

¿Quién da los carnés de 'progres' y 'regres'? Los derechos humanos deberían ser transversales

La celebración del Orgullo LGTBIQ+ también ha tenido su dosis de polémica en Granada. La persona designada por el Ayuntamiento para pregonar la fiesta fue Jedet, una actriz, cantante, estrella de las redes sociales y activista transexual que dio un salto a la fama por su interpretación del personaje de La Veneno en la popular película dirigida por los Javis.

Pero la política se ha cruzado en su camino o ella misma se ha puesto en mitad para ser arrollada. En un programa televisivo, -Las Uñas, se llama- la artista se despachó contra la ministra de Igualdad, Irene Montero, por la conocida como Ley Trans del Gobierno. De esta política de Podemos y sus compañeros, Jedet dijo que sólo utilizaban a su colectivo (trans) para "ir de guay" y "hacerse los modernos". Acusó a la ministra de crear ese nuevo texto legal para "ponerse el pin de progre".

La actriz, que ha fraguado parte de su carrera como artista en internet, no tardó en ser objeto de furibundas críticas a través de las redes sociales. Al parecer, tanto fue así que la propia aludida arrancó la semana con el anuncio de que renunciaba a pregonar el Orgullo en Granada, al haberse sentido víctima de una campaña de "acoso" en las redes. Estuve tentada de preguntar y curiosear sobre la relación que hay entre una cosa y otra. Es decir, si el pregón de la celebración del Orgullo en Granada tiene algo que ver con las distintas posturas frente a la Ley Trans o un hipotético enfrentamiento político entre partidos de izquierdas -no olvidemos que el gobierno local se fraguó gracias a un equilibrio entre ellos-. Pero conocer más detalles de este calibre me provocó una enorme pereza. Quizás la misma que sufre una amplia mayoría social cuando cualquier asunto que en realidad es de un enorme calado humano se banaliza con polémicas y cuestiones que rozan el absurdo.

Tenemos sobre la mesa la reivindicación de auténticos derechos humanos, pero escucho hablar de un mundo dividido entre los progres y los regres. ¿Quién reparte esos carnés? Los derechos de los homosexuales, como los de cualquier otro colectivo que haya sido o sea objeto de represión o desigualdad, no deberían ser objeto de esta polarización que sufre la sociedad y que se agudiza en las redes sociales. Corremos el riesgo de encasillar ciertas libertades en el cajón de una determinada ideología política. O, aún peor, convertirlas en patrimonio de un partido o grupo social que solo las entiende correctas si son a su manera y con sus matices. ¿Es que las escenas de muerte en la valla de Melilla o la tragedia de una mujer maltratada sólo pueden conmover a quienes se ponen ese pin de progre? Lo que hay en juego son derechos humanos, reivindicaciones que deberían ser entendidas del modo más transversal posible, porque esa amplitud es la que puede arrinconar al extremismo.

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