A la playa con la tortilla y la 'sanitex'

Un porcentaje apreciable de clientes de chiringuitos irían a denunciar un robo después de presentarles la cuenta

Estoy convencido, aunque no haya estadísticas que lo avalen, que un porcentaje apreciable de clientes de chiringuitos irían a una comisaría a denunciar un robo después de presentarles la cuenta por lo consumido. Lo digo porque el otro día un amigo que había bajado a la Costa a pasar un día de playa, me comentaba indignado que había estado a punto de ir a la Policía a denunciar que le habían cobrado casi cien euros en un chiringuito por una ensalada, una ración de rosada, un espeto de sardinas y cuatro cervezas, dos para él y otras dos su esposa. Lo que él consideraba un robo a mano armada.

-¡Mira! ¡Dieciocho euros por un espeto con seis sardinas! ¡A tres euros la sardina! -me espetó (el verbo viene a cuento) mi amigo con frases llenas de admiración enseñándome la factura, la cual conservaba para mostrar por doquier su cabreo.

Traté de calmarlo diciéndole que estábamos en agosto y que los chiringuitos de ahora ya no son aquellos de los años sesenta a los que el Tío Marsilio iba y que protestó una vez al camarero porque le había caído una mosca en el vaso de vino.

-Por un duro que te cuesta el vino… ¿qué quieres que te caiga, un pavo? -le contestó el camarero con flema de motrileño revenido.

Ahora, le dije a mi amigo, muchos chiringuitos tienen la categoría de restaurantes de lujo y comer frente del mar en una opción que mucha gente elige a sabiendas que van a pagar un precio más alto que el normal.

-¡Ya! ¡Pero estamos hablando de que me cobraron 16 euros por medio tomate, media cebolla y tres hojas de lechuga! -siguió él sin abandonar su tono de escandalizado.

Le contesté que para evitar sorpresas era mejor mirar la carta en donde ponen los precios y él me respondió que la había mirado y que había visto lo que costaba cada producto, pero él confiaba en que por ese dinero le iban a poner una cantidad suficiente como para que él y su esposa al menos hubieran comido. Y que lo que le habían puesto eran media docena de sardinas, cuatro o cinco pedazos de rosada y una ensalada tan básica y tan escasa que ni las de los menú de seis euros.

-La próxima vez que vayamos a la playa nos llevamos la nevera con la tortilla de patatas y la sanitex. Te lo juro -dijo para dar por terminada la conversación.

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