Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

La política como esperpento

En un escenario de muerte y ruina es obsceno que los políticos antepongan sus intereses personales

He venido calificando a la política española de los últimos años como abominable esperpento que no merecería más comentario si no fuera porque, en estos momentos de muerte y ruina, causada por la cruel pandemia y la nefasta respuesta gobernante ante ella, los ciudadanos no comprenden que en ese escenario los políticos antepongan sus intereses personales a la mínima unidad exigida para hacer frente a la terrible situación sanitaria y económica. Es decir, a los problemas reales de la ciudadanía.

El último esperpento ha sido la patada al tablero de Arrimadas a los pactos que mantenía con el PP en distintas autonomías -Murcia, Madrid, Castilla León y veremos en qué queda Andalucía-, en un giro desesperado de acercamiento a Sánchez, el gran beneficiado -junto con Vox- de una operación que, por un lado, debilita a la oposición y, por otro, haría posible el apoyo de la dama al presidente del Gobierno si le fallan los socios independentistas, especialmente ERC que le ha amenazado ya, en boca de Rufián, de mandarlo a casa si no satisface sus exigencias -amnistía, referéndum, etc-. Tampoco parece muy contento con los aprietos en los que le pone su vicepresidente Iglesias. Pero, en el fondo, no olvidemos que tras el fracaso de Ciudadanos y el PP en las elecciones catalanas, se ha desatado el sálvese quien pueda. Casado intenta absorber, no ya al poco electorado que le queda a la formación naranja, sino a parte de sus dirigentes, en una auténtica Opa hostil. Mientras, la temblorosa Arrimadas intenta cobijarse políticamente en los brazos de Sánchez, aunque no ignore los peligros del abrazo del oso, con cómodas mociones de censura, tan queridas por Don Pedro.

Todo es legítimo en política, por supuesto. Rivera tuvo oportunidad de gobernar con Sánchez, con mayoría absoluta, antes de inclinarse a la derecha, lugar ocupado por el maximalismo populista de Podemos, pese a quitarle el sueño al bello durmiente. Ahora Arrimadas, con su escaso bagaje, intenta acercarse a un ayer imposible. Es un juego de supervivencia, de reparto de cromos y de sillones -como se ha visto en Murcia, donde Cs ha dejado de apoyar al PP, para repartirse con el PSOE la Comunidad y el Ayuntamiento, obligando a la 'divina' Ayuso a convocar elecciones en Madrid, horas antes de otra moción de censura-, que puede extenderse por el resto del país, incluyendo ayuntamientos. Pero insisto que, en plena pandemia, con cien mil muertos, cuatro millones de parados y un futuro de privaciones -las libertades han sido las primeras en sufrir estos ensayos de dictadura- estos juegos, normales en otras circunstancias, resultan obscenos, aunque sean de supervivientes políticos aferrados a un madero, resto del naufragio provocado por ellos mismos.

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