SEMIFINALES apasionantes las de este Mundial, que las juegan cuatro equipos con pedigrí de los que dos han campeonado más de una vez, otro jugó dos finales y España, eterno candidato y por vez primera catalogado de favorito cuando la competición aún no había amanecido. Hoy colisionan Uruguay y Holanda, el primer campeón y una naranja que vuelve a ser mecánica desde las botas de dos repudiados por el Real Madrid, Robben y Sneijder, que acarician revalidar con su país lo conseguido este curso con Bayern e Inter mientras su club de procedencia se quedaba in albis, sin asa alguna de copa a la que agarrarse.
Son unas semifinales apasionantes con una primera entrega en la que vamos a presenciar un partido tremendamente táctico para que en la pizarra choquen el orden y el compromiso de los charrúas y el dinamismo, la clase y el punch de los oranje. Sería una osadía meterse a pronosticador porque se trata de dos pesos pesados, de dos equipos con pasado y que han vuelto a revivir un buen presente. Resulta, por ejemplo, admirable que sea Uruguay el representante sudamericano en detrimento de Argentina y de Brasil, pero las cosas son como son y el buen Mundial que venían realizando ambos se truncó de forma accidental para Brasil y por manifiesta laminación criolla.
Nadie apostaba por Holanda y Uruguay para una cota tan alta, pero el fútbol tiene también su cuota de azar y ambos han sido generosamente beneficiados por la diosa Fortuna. Insisto en que Holanda habló con todos los dioses para eliminar a Brasil mediante autogol y autoexpulsión de uno que más parecía de los otros que suyo, mientras que Uruguay se encontró con otra Mano de Dios para superar a Ghana. De todas formas, el azar cuenta, forma parte de este hermoso juego y, dicho lo cual, convengamos en que, aunque pudo haber platos mejores, el Uruguay-Holanda de esta noche tiene química y ojalá que su contenido táctico no nos lleve a la cama antes de tiempo.
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