La bitácora

Félix De Moya

El primer negro

ESTOY seguro de que a nadie le cabrá ninguna duda, viendo el título, sobre el tema de la columna. Con las elecciones norteamericanas a la vuelta de la esquina la cosa no puede ser más clara, ¡con perdón! Todos los indicios, estadísticos y de los otros, apuntan ya claramente la victoria del candidato Obama como un hecho cierto. Por si la cadena de desaciertos del rival no hubiera sido suficiente, hasta el último momento Bush y la crisis económica van a seguir echando una mano tras otra al candidato demócrata. Espero que la racha de buena suerte que se atribuye a Obama continúe por el bien de todos. Él mismo hacía unas declaraciones hace meses en las que decía lo que sigue: "Me llamaron Barack, afortunado, porque pensaban que, en una América tolerante, el nombre no es obstáculo para el éxito, y me imaginaron yendo a las mejores escuelas, aunque no eran ricos, porque en una América generosa no hay que ser rico para desarrollar lo que uno tiene dentro".

En realidad el señor afortunado viene haciendo honor a su nombre a lo largo de toda su carrera política. La cadena de sucesos favorables que se han cruzado en su camino oportunamente tiene mucho que ver con su situación actual. Esto no debe empañar algunas de las fortalezas que ha demostrado hasta ahora: un pico de oro difícilmente parangonable y un carisma que hace recordar los mejores momentos de algunos de los grandes presidentes norteamericanos.

A pesar de todo, en las últimas semanas, ha habido un rebrote de las humaradas racistas en los medios norteamericanos. Algunos de los más populares programas televisivos de humor hacen chistes, incluso de mal gusto, de claros tintes racistas. En uno de ellos el humorista se preguntaba, "¿Me gustaría tener un presidente negro-negro? Por supuesto", y añadió: "Quiero un negro que no pueda parar un taxi en Manhattan, tan negro que cuando ponga un pie en el edificio de la ONU, los líderes extranjeros digan 'No, este hijo de puta no". Con lindezas como esta se despachan los últimos días de campaña, supongo que intentando quemar, o más bien hacer explosionar, los últimos cartuchos republicanos de la campaña.

Otros, entre tanto, dicen abiertamente que no será el primer presidente negro, que ese fue Clinton, al menos eso indicaba su política. Y que, en realidad, Barack Obama hará la política de un presidente blanco más, para hacerse perdonar que es negro. Quienes dicen esto no son humoristas y parecen olvidar que la historia podría estar llamando a la puerta del mundo el cuatro de noviembre.

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