NO se sabe qué es peor, si la cutrez o la reincidencia. El Ayuntamiento de Sevilla, la capital de Andalucía, no merece estropear una gestión con algunas cosas razonablemente bien hechas, y otras criticables, por culpa de escándalos de cuantía irrelevante, pero repetidos, que exhalan un tufo de podredumbre más pícara que sofisticada.

En el mandato anterior se descubrió una trama de facturas falsas en un distrito municipal en el que militantes socialistas y empresarios de poca monta se embolsaron unos euros públicos cobrando varias veces la misma obra o simulando obras no ejecutadas. Que algunos se corrompan al calorcillo del poder, aunque sea un poder de barrio, no debe escandalizar: pasa en las mejores familias.

Lo escandaloso fue que el gobierno municipal no afrontara el caso con rapidez y por derecho, apartando a los garbanzos negros y explicando a la opinión pública lo sucedido. Es la única forma de zanjar estos asuntos y conservar la credibilidad de alcaldes y concejales que, de lo contrario, se verán salpicados sin remedio. Bueno, pues ahora, un mandato después, se repite el esquema. A un primo hermano del alcalde lo contrata el Ayuntamiento para diseñar la página web del Plan Estratégico 2020. El contrato está plagado de irregularidades: el primo carece de cualificación profesional para diseñar un portal, no lo contrata el Ayuntamiento en sí, sino la empresa municipal de aguas (con menos control y sin presencia de la oposición), le pagaron antes de haber entregado la página -hasta se duda de que exista ésta- y no se reservó una dirección en Internet para ubicarla hasta después de estallar el escándalo.

Insisto en que se trata de un asunto de unos cuantos miles de euros, lo que proporciona una idea de la estatura de los implicados. Si nos pusiéramos cínicos les diríamos: corromperse por tan poco es de tontos. Pero la reincidencia no procede sólo de recaer en un tráfico de influencias de andar por casa, sino también de la actitud con la que lo afrontan. El alcalde calla como si no fuera con él; el responsable de las empresas municipales jura que no conocía el parentesco entre el alcalde y el beneficiario del encargo (hay miles de Sánchez en la guía telegónica, en efecto), y la concejala de Fiestas Mayores, que pasaba por allí, se queja de que, a este paso, los familiares de los políticos van a tener que irse a trabajar al Polo Norte.

No es eso. Con que se presenten al mercado de trabajo, incluso a las ofertas de empleo público, en igualdad de condiciones con los que no son parientes de los políticos, sería suficiente. Más aún: sería suficiente con reconocer los hechos, asumir responsabilidades, sancionar a quien las tenga y santas pascuas. Todo antes que sumergirse en la pringue.

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