Perdiendo el norte

Mi propia pasión

Estoy harto de una Granada que no sabe a dónde va, cuyos responsables pasan de reclamar lo que nos corresponde

Granada es mi cruz, como lo fue para Juan de Dios, el santo granadino (salvando todas las distancias). He de confesar que no puedo más: no puedo con las tonterías de esta ciudad y sus tiros en el pie.No puedo con las tonterías sobre las tapas, con las aclaraciones sin sentido ni las gilipolleces contestando por parte de unos y otros. Sinceramente no puedo soportar más las idas y venidas sobre los metros y los trenes que no tendremos porque no ponemos pie en pared.

No soporto más las idas de olla sobre los trazados de infraestructuras que ya sabemos de antemano que no saldrán nunca; los proyectos olvidados ‘que yo retomo pero lo hago a las puertas de las elecciones para apuntarme el tanto’ y no antes; los frentes oportunistas de quienes ahora están muy ofendiditos por esta o cualquier cosa pero callaron durante años como corderos obedientes.

No puedo más. Quizás por mi propia actitud y actividad durante tres décadas (porque yo soy un miembro más de la sociedad granadina y en algo habré contribuido) y por los frentismos de quienes nos han gobernado y nos gobiernan (incapaces antes y ahora de ser generosos y no hacer nada sin sacar tajada jodiendo a los demás y llevándose por delante lo que sea), el hartazgo es manifiesto.

Necesitamos que alguien nos releve (a mi también) tirando del carro (todos tenemos responsabilidad por pequeña que sea) de una Granada condenada a la insignificancia y al ostracismo. Y, desde luego, no hablo de quienes contribuyen a la locura colectiva con nuevas locuras de grupo que solo se conforman cual perro lamiéndose sus lugares corporales onanísticos.

Si. Estoy harto de una Granada que no sabe a dónde va. De una Granada cuyos responsables pasan de reclamar lo que nos corresponde o directamente abandonan sus responsabilidades gratuitamente y sin ninguna justificación democrática para luego decir que los que se han comido el marrón no hacen lo que ellos dejaron previsto.

Me apeo del carro. Intentaré ser buen ciudadano, buena persona, buen amigo, buen vecino, buen periodista… Pero no esperes de mí nada más. Granada, querido Carlos, ni siquiera tiene salida por las estrellas: no la veo… y estoy harto de mirar. Granada es mi cruz; es mi pasión particular. La sobrellevaré con resignación cristiana. ¡Feliz Semana Santa! Y que cada uno cargue con la suya como pueda.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios