¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Los próximos pasos de Casado

Casado debe demostrar a su electorado que no confunde moderación con centrismo insustancial. Para eso ya está Cs

En la Tenerife de los años ochenta era fácil encontrar, presidiendo los bares de los canarios retornados de Venezuela, retratos de Carlos Andrés Pérez, con su banda presidencial a lo De Gaulle y una sonrisa que amenazaba la cartera. Sin embargo, más allá de aquellos emigrantes, nadie pensaba en el país petrolero; menos Armas Marcelo, claro está, que solía viajar a Caracas para charlar con el Gallo Morón, emborracharse y ligar con morenazas de infarto en el hotel (o eso cuenta en sus memorias).

Las cosas han cambiado y Venezuela es hoy la república criolla más nombrada en las Cortes, aunque probablemente alguna de sus señorías no sabrá siquiera situarla en el mapa de América (así, sin prefijos, como la hubiese nombrado Guerrita, que llegó a torear en una Habana aún española). En nuestro país hablar de Venezuela sirve también para tratar de muchos asuntos de política interna, como la amenaza para algunas libertades políticas, económicas y religiosas que supone la presencia en el Gobierno de una izquierda populista que, en cuanto puede, echa una mano a Maduro. Toca pagar los evidentes apoyos que Podemos ha tenido de la satrapía tropical, la Nueva Jerusalén de la izquierda radical actual, el lugar donde se puede combinar la distopía igualitaria con el sexo fácil y los bolos bien pagados.

Dentro de esta maraña en la que la política española y la venezolana se enredan hay que entender el contundente tuit de Pablo Casado apoyando al opositor democrático Leopoldo López, recién fugado de la "dictadura de Maduro". El líder del PP fue la estrella política de la semana pasada por su vibrante discurso en el que reclamó la moderación de su partido frente al ardor de Vox, pero ha dejado algo dolorida a una derecha tradicional a la que el PP no puede renunciar. No se lo permiten ni la aritmética ni la decencia política. Casado debe demostrar a una parte de su electorado que no confunde moderación con centrismo buenista e insustancial, que el alma del PP es liberal-conservadora y no un engrudo banal al que cualquiera se puede acomodar. Para eso ya está Ciudadanos. Venezuela es una manera de decirlo, pero también lo son la eutanasia, la memoria histórica, la reivindicación de una España unitaria, la defensa de la educación concertada y privada… La guerra de ideas existe y Casado la debe librar con moderación y educación, comprendiendo las razones de los adversarios y siendo capaz de llegar a acuerdos, pero sin olvidar a qué afanes representa. En este sentido, los próximos pasos de Casado serán fundamentales.

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