Hace algo más de un lustro que tuve la suerte de traducir al castellano el libro El proyecto local: hacia una conciencia del lugar del arquitecto italiano Alberto Magnaghi (que pueden ustedes descargarse gratis en Internet). Tanto la escuela territorialista fundada por este profesor en 1986 como el movimiento de la topofilia apuntan a la importancia creciente del territorio, del lugar, en definitiva, de lo local como elemento clave para articular las transiciones que necesitamos en el siglo XXI; periodo histórico que el filósofo español Jorge Riechmann ha denominado acertadamente como el Siglo de la Gran Prueba, es decir, el siglo en el que sabremos si como humanidad seremos capaces de adecuar nuestras vidas y nuestras sociedades a la degradación del medio y a la escasez de recursos que han generado el desarrollismo y la voracidad del capitalismo mundial.

En un contexto de incertidumbre creciente hay quienes utilizan el discurso del miedo y alientan un nacionalismo excluyente que sólo busca enemigos y que incrementa las guerras por esos recursos escasos. Guerras que por otra parte ya están afectando a muchos lugares del sur del mundo donde el extractivismo para la exportación y el despojo de las comunidades locales no han parado desde la época del colonialismo.

Sin embargo, tal y como señalan la escuela territorialista y los grupos topofílicos a día de hoy hay activo un enorme multiverso de proyectos locales que están generando alternativas sostenibles y valiosas para las comunidades. Muchas de las iniciativas están siendo acompañadas y apoyadas por gobiernos municipales que apuestan claramente por economías locales que beneficien a la comunidad en lugar de a las cuentas de resultados de los grandes fondos de inversión.

La extraordinaria emergencia de candidaturas municipalistas que se produjo en las elecciones locales de 2015 implicó a nuestro país en este proceso que ya había atravesado otros territorios, principalmente en América Latina. Los resultados de cuatro años de gobiernos del cambio son excelentes a pesar de que han tenido que hacer frente a la enorme deuda generada por la corrupción y el despilfarro.

Creo que no es difícil elegir entre quienes dicen defender nuestro país para luego venderlo literalmente a trozos en el mercado global, y quienes han limpiado las instituciones y han favorecido la sostenibilidad local que necesitamos. Por eso señalo la importancia de que en nuestra maltratada Granada apoyemos un proyecto local que busque la mejora de las condiciones de vida en la ciudad frente a quienes sólo pretenden utilizarla para su beneficio y el de su partido estatal, que no es lo mismo pero es igual.

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