EVIDENTEMENTE, todo lo que escribo y he escrito en esta columna lo he hecho bajo el prisma de un sentimiento granadino intenso, sin pensar en los múltiples palos que me vendrían después por navegar a contracorriente. Y pienso seguir esta línea. Me duele, y mucho, ver que en División de Honor de juveniles nuestros equipos tienen como objetivo salvarse y es posible que alguno caiga; en Liga Andaluza ya ha desaparecido el Sierra Nevada Cenes y veremos lo que sucederá con otros equipos; en Tercera División, el Imperio y el Granada 74 deambulan por puestos de descenso; en Segunda B el equipo de Marsá necesitará un milagro para mantenerse y de los rojiblancos tendremos que preguntarnos si sus seguidores soportarán todos los avatares que quedan por venir. La pregunta rápida es: ¿Cuándo alguien con responsabilidad organizará unas jornadas para debatir el presente y futuro del fútbol granadino?

No puede ser tampoco que lo que no se les ha exigido a unos directivos en tres años, ahora se pretenda que lo hagan unas personas conocidas a nivel humano y empresarial, nacidas en Granada y vecinas de Granada, que solucionen los problemas del Granada CF en tres minutos y sin darle tiempo a que realicen un plan de acción serio y duradero, buscando soluciones financieras (conociendo el endeudamiento reciente y total de la entidad), creando una infraestructura deportiva sólida basada en la conjunción de un trabajo de cantera junto a unos fichajes de calidad y rendimiento alto, y haciendo compañeros de viaje al Ayuntamiento, la Diputación, el empresariado, la Universidad, los granadinos notables y, fundamentalmente, a los granadinos de a pie. De esta manera, sólo así, podremos compartir algunos sinsabores y, sobre todo, grandes alegrías.

Creo que sería una bendición para el Granada CF que las personas que se han significado para entrar en la gestora, finalmente, lo hagan. Ninguno de ellos saldría corriendo en caso de problemas. Ninguno de ellos abandonaría a su tierra, a su Granada.