Bloguero de arrabal

pablo Alcázar

La rebeldía de Superman

DOS noticias. Primero, la mala: no puedo ocultar por más tiempo que ni todas las madres son buenas ni todos los gatos cariñosos ni todos los perros fieles ni todos los hombres monógamos. Ahora viene la buena noticia: quizá sea la más interesante, por menos sabida: que no todos los guardiaciviles son tan severos como lo era el cabo Colomera, el civil que patrullaba por la Carretera de la Sierra cuando yo era niño y que me estropeó algún viaje en bicicleta a Pinos Genil, por no llevar faro, y la caza de gorriones en las alamedas de Cenes, sin importarle la modalidad de caza que utilizásemos. No se podía cazar el gorrión con linterna al anochecer ni con liga. El gomero, tampoco nos lo consentía aquel severo gendarme. Estaba empeñado en inmiscuirse en la historia de los niños. Más o menos como Superman que, pese al mandato expreso de su padre de no entrometerse en la vida de los hombres, no dejaba de desobedecerlo, salvando a todo lo que se le ponía por delante y exterminando a lo que hubiera que exterminar: cambiando el destino de la humanidad. Al modo de un Jehová tonante. Y es que eso de ser Jehová, o de sustituirlo, mola mucho. El propio Echenique, secretario general de organización de Podemos, al que hay que suponer un poco desligado del relato bíblico, amenazaba hace poco con inmiscuirse totalmente en la historia de su partido "extirpando las malas hierbas" ("la cizaña" según Mateo 13:24-52), que ha impedido que en su partido haya crecido la buena semilla, la del poder, en las últimas elecciones. Pero los nuevos guardiaciviles, más que imponer, negocian, dejan un resquicio para que el infractor cambie su destino. Con los guardias lo peor es ponerse chulo y conducir una motaco o un lamborghini con una chica guapa de copiloto. Pero si te pones humilde y arrepentido y, sobre todo, si echas mano del paisanaje o de elementos axiales del melodrama familiar, es muy posible que te libres de la sanción. Si no llevas casco, lo mejor es alegar que con el calorín te ha dado una fogará que compromete tu salud. Si vas con una chica despampanante en un lamborghini, mejor decir que estáis recién casados y que estáis loquitos por llegar a Santander a consumar. Si te has tomado tres cervezas 1925 de Alhambra y vas en el escúter, con tu mujer de paquete, a punto de mataros los dos, lo procedente es informar al guardia que te hace soplar, que os acaba de avisar la canguro que el bebé tiene 40 de fiebre y subiendo. El agente, sobre todo si es joven, con la denuncia rellena, a falta sólo del grado de alcohol en sangre, te mandará a darte un paseo y te sugerirá que respires profundamente, que no fumes y que vuelvas dentro de una hora para hacerte de nuevo la prueba. Lo sorprendente es que este ánimo compasivo y pactista que se da entre la población, no alcance a la corte de gigantes y cabezudos electos, empeñados en chocar entre ellos de forma suicida.

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