La reivindicación de la malafollá

Hemos de quitarnos el complejo. Que los académicos sepan que estamos por la idea de oficializar la palabra en el diccionario

Tiene malafollá la cosa. De nuevo se ha quedado fuera de la lista de palabras nuevas que la Real Academia de la Lengua ha incorporado al diccionario un término tan granadino, tan consistente, tan difundido cual es 'malafollá'. La semana pasada se dieron a conocer las mil y pico palabras que a partir de ahora podemos poner en los escritos sin ponerles comillas por no estar contempladas oficialmente en nuestro vademécum lingüístico. Han aprobado que estén en el diccionario de la RAE palabras como zasca, casoplón (a raíz de lo que la palabra dio de sí tras comprarse Pablo Iglesias una casa grande y lujosa), arboricidio y beatlemanía, por ejemplo. El nuevo término admitido que más se parece a nuestra malafollá es sieso, dicho de una persona desagradable, antipática y desabrida. Pero está comprobado que ser un sieso no es ser un malafollá. La malafollá es otra cosa y tal vez los académicos de la lengua (entre los que está el granadino Gregorio Salvador) se resistan a incluir la palabra porque no saben exactamente qué decir en la acepción. Aquí ha habido muchos estudiosos del tema que han intentado definir lo que es la malafollá. El profesor Ferrol Murillo le dedicó una clase magistral y llegó a decir que consiste en la destrucción espontánea, sin mala intención, de la alegría de los demás. Si uno entrena coche ya se encargará alguien de ponerle un defecto cuando se lo enseñe. Hay una definición en las botellas de vino Malafollá que a mí me parece genial: "No ser malo, pero parecerlo". De acuerdo con Ladrón de Guevara es muy difícil entender lo que es la malafollá si no conoces a una persona que lo es. En fin, que creo que es necesario que los granadinos, de una vez por todas, reivindiquemos que esa palabra llegue al diccionario. Que los maños, los asturianos y los gallegos sepan qué es la malafollá. Si hay que exportarla en botellas, la exportamos. Debemos sentirnos orgullosos de ser portadores de ese gen. Hay que ir a los sitios presumiendo de carácter granadino. Si usted ahora mismo está sentado tomando un café y leyendo este periódico, puede dar un puñetazo en la mesa y decir: "¡Sí, soy un malafollá… ¿y qué?!" Primero tenemos que quitarnos el complejo y luego esperar a que los académicos sepan que estamos por la idea de que la palabra se oficialice en el diccionario. Y si no lo hacen es porque son unos malafollás.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios