La relatividad

Lo que el 28 de abril hagamos con nuestro voto tendrá repercusiones. En nuestro tiempo y en nuestro espacio

Desde Einstein sabemos que tiempo y espacio mantienen una relación no siempre fácilmente explicable. Mientras que la concepción newtoniana del universo considera que el espacio y el tiempo son absolutos (es decir: son los mismos para todas las personas que los observan, independientemente de su movimiento relativo), Einstein demostró que las mediciones de espacio y tiempo en relatividad especial dependen del movimiento relativo de los observadores. Y, ademas, el espacio y el tiempo están, de hecho, entrelazados.

Con la teoría de la relatividad especial (1905), Einstein nos hizo ver que lo que hasta ahora se había dado por sentado que era una constante (el tiempo) era en realidad una variable. No sólo eso, sino que el espacio también lo era y que ambos dependían, en una nueva conjunción espacio-tiempo, de la velocidad.

Y en Granada, tan ajena a Einstein, podríamos hablar (y mucho) de la controvertida relación del espacio y el tiempo. Y hasta de la velocidad.

En 1999 se habló por primera vez del proyecto de traer a Granada un tren de Alta Velocidad, y en los Presupuestos Generales del Estado del año 2000 se incluye la primera partida económica pare ese fin. Desde entonces han pasado por Moncloa cuatro presidentes del Gobierno; por plaza del Carmen tres alcaldes. Entre aquella fecha y esta, casi 20 años, que, por mucho que diga la copla, es tiempo.

Las desavenencias y confrontaciones entre las distintas administraciones, los desencuentros con un claro sesgo partidista en muchas ocasiones han ido retrasando el proyecto hasta dejar a Granada no solo sin AVE: esta es la única ciudad (capital de provincia) del Estado en la que durante más de 1.000 días no ha habido servicio ferroviario a pesar de contar con una estación de tren.

Es legítimo, en política, que los partidos quieran completar sus programas electorales. De hecho, no es solo legítimo: debería ser obligatorio, puesto que un programa electoral es el compromiso que un partido adquiere con la ciudadanía a cambio de su apoyo en las urnas. Lo que no es de recibo es que convirtamos en objetivo el desgaste del contrario, la aniquilación de los partidos adversarios por encima del cumplimiento de las promesas electorales.

Y en esas estamos. ¿Alguien puede imaginar qué habría sido de Granada, del PTS, del Centro Lorca, del acelerador de partículas… si hace 10 o 15 años hubiera empezado a funcionar el tren de Alta Velocidad? ¿Alguien puede negar lo importante que es la colaboración entre administraciones para el desarrollo de cualquier proyecto o territorio? ¿Alguien sigue creyendo que no nos importa lo que pase más allá de Despeñaperros, en otro espacio que no es el andaluz?

No cerremos los ojos: lo que el 28 de abril hagamos con nuestro voto tendrá repercusiones. En el tiempo y en el espacio. Nuestro tiempo y nuestro espacio.

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