De repente, Esquerra

La ERC que ha ganado las elecciones en Cataluña no es la Esquerra de hace unos meses

Un extraño azar ha querido que la situación política se clarifique, no sólo en lo que atañe al Gobierno de la nación; también en lo concerniente al putsch catalanista. Por lo que respecta al señor Sánchez, el PSOE se ha desembarazado de sus socios, de modo que ahora aspira a gobernar en solitario (así lo ha dicho la señora Calvo), suponemos que con el apoyo púdico y desganado del señor Rivera, más alguna propina al camarada Iglesias, para que ninguna puerta se entrecierre. En cuanto al resultado en Cataluña, es lo cierto que el señor Puigdemont y la otrora derecha táctica y logrera de CiU, se ha disipado como una gragea efervescente, mientras que ERC se ofrece como interlocutor, como garante, como valladar, etcétera, y ello con el señor Junqueras meditando sus cuitas en Soto del Real.

Pero, ay, que la ERC que ha ganado las elecciones en Cataluña no es la Esquerra de hace unos meses. De hecho, esta Esquerra de ahora, tan entusiasta, es la Esquerra que ha nacido tras la negación de la vía unilateral por parte del señor Junqueras; vale decir, una Esquerra autonomista, nacionalista y ambiciosa, que ha visto la posibilidad de ocupar el inmenso cráter dejado por el pujolismo y sus modestos latrocinios patrióticos. Otra cosa es que, además de nacionalista y xenófoba, ERC sea de izquierdas. Otra cosa es que, dentro de esas izquierdas, siempre bien avenidas, todo este impulso unánime de ahora, acabe disipándose en luchas doctrinarias que dificulten su empresa de conquista (luchas que el poder y la influencia mitigan considerablemente). Lo que queda claro, tras el toque a rebato del PSOE, advirtiendo de la llegada de la ultraderecha, y tras el dócil seguidismo del PP, queriendo convertirse en Vox para recuperar la clientela, es que los nacionalistas catalanes se han ido, no a los brazos del solitario wilderman Puigdemont, y tampoco a los pechos ubérrimos y puros del racista Torra, sino a la Esquerra pactista, que busca salirse con la suya, pero sin pisar el reborde oscuro de la ley, y en suma, sin visitar la cárcel.

Lo cual significa que el sacrificio del señor Junqueras parece que ha surtido efecto, tanto o más que la fresca y acogedora umbría del Supremo. Si a esto se le añade la subida del PSC de Iceta, debemos concluir que la situación ha mejorado algo. Esos son los inopinados efectos de la "llamada" contra la ultraderecha que, al parecer, sólo se ha creído el PP, actuando como un partido errático y bisoño. Bienvenidos sean.

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