editorial

La resaca de la memoria histórica

DESPUÉS de haber gobernado España durante más tiempo que ningún otro partido democrático, el PSOE ha legado al Gobierno de Mariano Rajoy, aún sin constituir, una iniciativa polémica que fue incapaz de resolver por sí mismo. Se trata del informe de doce expertos en diversas materias sobre el futuro del Valle de los Caídos, el recinto que alberga los restos de miles de víctimas de la Guerra y la posguerra Civil, y también los del dictador que la ganó y mandó construir, Francisco Franco. La comisión de expertos ha propuesto reconvertir el monumento en un memorial a todas las víctimas de la Guerra Civil y exhumar los restos de Franco, símbolo supremo del bando de los vencedores, para entregárselos a su familia (esta resolución tuvo tres votos contrarios). La rehabilitación exigiría una inversión de trece millones de euros, inasumible en los momentos actuales y que líderes del PP ya han rechazado de manera categórica. Con respecto al traslado de los restos del anterior jefe del Estado, debe obtenerse la autorización de la Iglesia católica, ya que el recinto tiene carácter religioso, y la anuencia de los herederos del dictador, que ya la han denegado. Por tanto, la iniciativa está condenada al fracaso. De todos modos, hay que subrayar su condición tramposa y anacrónica. Es deudora de toda la política sobre la memoria histórica, uno de los inventos más infaustos de la etapa zapaterista del PSOE, partido que ejerció un papel básico en la superación de las secuelas de la Guerra Civil que los españoles acordaron en su ejemplar transición de la dictadura a la democracia. La Historia es la que fue y tratar de reescribirla desde las instancias políticas no hace más que reavivar los rescoldos de la guerra fratricida cuando existen mecanismos legales suficientes para satisfacer la legítima aspiración de los descendientes de sus víctimas a encontrar los restos de sus familiares y darles una sepultura digna. El ministro de Presidencia ha pedido al nuevo Gobierno que no guarde el informe en un cajón. Es justo lo contrario de lo que debe hacer.

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