O se responde o se replica

La violencia no se pierdeni se destruye, sólo se transforma: hemosde escoger cómo

Lo que trataré en esta columna es difícil y abstracto; pero ha crecido tanto a nuestro alrededor que, ni su complejidad ni mi torpeza ni la brevedad de espacio, evitarán que el lector lo entienda muy bien. La tesis es que la violencia o se responde enérgicamente, reprimiéndose con rigor; o se replica, esto es, se la imita en otros lugares y contra otros, extendiéndose en espirales cada vez más amplias, más aleatorias y más inflamables. La violencia no se pierde ni se destruye, sólo se transforma. Hemos de escoger cómo. Si de vuelta al culpable o multiplicándola sobre la sociedad. Es cierto que el santo o el mártir (creyente o no, siempre sagrado) la reabsorbe y la neutraliza, pero son casos extraordinarios sobre los que no se puede construir la vida social ni cabe exigirlos ni, mucho menos, imponerlos.

Un ejemplo, el asesinato de Samuel. Ante esa intolerable violencia asesina contra el joven gallego, la sociedad no se ha focalizado en la persecución de sus culpables. Enseguida ha habido demasiados personajes más interesados en replicarla que en responderla. Monedero señaló a Vox y al PP de Madrid. Pero si alguien pide el cumplimiento íntegro de las condenas es Vox, o sea, la respuesta más contundente posible contra cualquier tipo de réplicas. El inquietante y peligroso funcionamiento de la réplica lo demuestra que un asesinato repugnante en La Coruña acabe con gente gritando por las calles de Madrid: "Ayuso, dimisión".

Es muy frecuente, además, que esa violencia desatada se vuelva contra las víctimas verdaderas, porque su mera presencia recuerda que sí hay un crimen concreto que responder y que las réplicas son, como poco, absurdas, si no malintencionadas. Se ha visto con Samuel, cuando la familia ha pedido que no se haga un uso ideológico de esa muerte, y se les ha respondido con un desgarro y un desprecio estremecedores. Se ve con Ortega Lara, al que las terminales mediáticas de los que negocian con y excarcelan a sus carceleros atacan con cíclica virulencia. Es lógico, aunque tenga la lógica (implacable) del odio a los testigos.

Hay una lectura civil de la cita clásica de Spengler: "El pacifismo significa dejar a los no pacifistas la iniciativa de la acción". Cada vez que la justicia (y sólo la justicia) deja de responder a un delito o a un abuso de poder o a una quiebra del orden se está desatando y azuzando a la violencia. Deberíamos ser delicados y firmes.

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