Muchos pudieran pensar que a estas alturas de la película y transcurridos los años que han pasado, el sillón de la presidencia del PP de Granada podría tener alguna "polilla" en sus patas, de forma y manera que las haría "quebradizas" y por ello frágiles para seguir sustentando el peso del que ocupa dicho sillón, que no es otro que Sebastián Pérez Ortiz.

Sí. Al menos algunos, desde dentro mismo del partido granadino de centro derecha, creyeron ser ésta del XIV Congreso Provincial la ocasión propicia para sustituir la actual cúpula -y en especial a su presidente- por otros dirigentes que, por cierto, en la mayoría de los casos ofertados son de la misma generación política- y quizás demográfica- y vienen desde hace varios lustros ejerciendo diversos cargos políticos en distintas instancias. La opción que parecía podía ser la más dura en esta riña -aunque luego se ha visto que a la primera se derrumbó- estaba formada por este tipo de hombres públicos, con un largo bagaje de acción política. Ha venido a aparecer ante buena parte de la militancia del PP como un "quítate tú para que me ponga yo". Y para ello, las credenciales presentadas eran una inexistente experiencia en política orgánica y organización de partido como aparato listo para concurrir a cualesquiera comicios.

Por el contrario, la cúpula actual del PP provincial de Granada es una auténtica máquina de ganar elecciones a cualquier izquierda u otra opción que se le haya presentado en las últimas cinco o seis convocatorias a las urnas. La somanta de votos con los que el PP de Granada ha venido batiendo a cualesquiera intentos, especialmente del PSOE-A; además, como decimos, a cualesquiera otros partidos; ha venido siendo habitual, desde que Sebastián Pérez es el hombre más fuerte del centro derecha provincial de Granada. De ahí su placentera presencia a Madrid o a Sevilla. Allí también saben contar votos y tampoco se la juegan.

Sin embargo, la pérdida del gobierno de dos instituciones tan importantes como emblemáticas, como son el Ayuntamiento de la capital; para el que el PP obtuvo el mayor apoyo electoral, aunque insuficiente para lograr su gobierno; y la Diputación, para la que faltaron en el cómputo de la provincia en torno a mil cuatrocientos votos, no debe considerarse como un debilitamiento del aparato electoral del PP granadino, eso sería un espejismo, sino que vino motivado, como se comprobó a los pocos meses, en los siguientes comicios al Congreso y al Senado, como un error táctico a la hora de ofrecer un candidato municipal cuasi agotado, tras doce años de gobierno municipal ininterrumpido.

Un miembro de ese gobierno, que cumple ahora pronto la friolera de catorce años en la institución municipal de la capital granadina, ha querido disputar el gobierno del aparato del PP al equipo que lidera Pérez Ortiz. Y la militancia, que tiene sobradamente probado que no gusta de experimentos que no sean con gaseosa, no ha permitido que García Montero, que se ha ofertado como una "nueva generación" -sin bromas- alcanzase el timón del PP provincial. A la primera votación y de manera contundente, sin paliativos y sin admitir tono alguno de discusiones o actitudes más o menos teatrales, la militancia del PP le ha dicho no a Juan García Montero.

Ha sido una reválida -como las que le gustaban al ex ministro Wert- para Sebastián Pérez Ortiz, que ya, seguro, será consagrado, de nuevo, presidente provincial del PP granadino el próximo día 20 de Mayo en el transcurso de XIV Congreso. No, no eran "gigantes", eran molinos. Pero tampoco era "Don Quijote", ni mucho menos. ¿O no?

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