La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

No reventarán la democracia

Algo va mal si una ministra acusa de prevaricación al TS y un partido gobernante se manifiesta a favor de etarras

El pasado febrero Pablo Iglesias dijo: "Lo tengo que reconocer como vicepresidente del Gobierno español: no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España". Mentía. Afortunadamente vivimos una plena normalidad democrática. Pero hay quienes intentan reventarla.

Es el caso de Ione Belarra, ministra del Gobierno de España, acusando al Tribunal Supremo de prevaricación: "Alberto Rodríguez -escribió- fue condenado a pesar de las pruebas que demuestran que él no estuvo allí. El objetivo era quitarle el escaño. El Supremo presiona a la Presidencia del Congreso para retirárselo aunque ambos saben que no es lo que dice la sentencia. Prevaricación". La respuesta del Supremo, por cinco votos frente a tres, lo que también debe preocupar, fue la única posible: hacer un llamamiento a los miembros del Gobierno para que "no menoscaben la imagen de quienes día a día velan por los derechos y garantías de que gozan todos los españoles en su condición de ciudadanos de un Estado de Derecho, recordándoles que la primera obligación de un responsable público es no contribuir al desprestigio de las instituciones democráticas y, dentro de ellas, el Poder Judicial". El colofón, también difícilmente digerible por una democracia -aunque la nuestra acabará haciéndolo y excretándolo- es que Unidas Podemos, partido que gobierna con el PSOE, anuncie que presentará una querella por prevaricación contra la presidenta del Congreso de los Diputados… ¡Por cumplir lo dispuesto por el Supremo!

Es el caso también de la manifestación pro presos etarras en la que participaron Unidas Podemos y UGT. No extraña, porque responde a lógica de la abyección, que estuvieran Bildu, PNV (siguiendo su jesuítico pragmatismo casuístico), ERC, -apoyos del Gobierno de Sánchez-, JpCat y los sindicatos vascos de izquierda menos CCOO. Tampoco extraña que se abrazaran dos condenados: Otegui, por secuestro y pertenencia a organización terrorista, y Junqueras, por sedición y malversación. Pero llama la atención que lo hiciera la desleal Unidas Podemos, que no renuncia a ser a la vez oposición y Gobierno, y UGT. Lo más repugnante fue que los manifestantes, secuaces del Otegui que hace unos días manifestó su "pesar y dolor por el sufrimiento padecido" por las víctimas, les llamaran fascistas y terroristas porque se limitaron a proclamar la verdad: "no son presos políticos, son asesinos presos".

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