Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Los ricos viven más que los pobres

Un informe de Oxfam Intermón revela a España como el cuarto país más desigual de la Unión Europea

Al final de la dictadura franquista, cuando el régimen tachaba de demagogos a los que, según ellos, señalaban tímidamente -como no podía ser de otra forma en aquellos tiempos- desigualdades sociales, escribí un artículo que distribuyó 'Logos' por periódicos de todo el país, precisamente bajo el título de 'Demagogos' en el que hacía elogio de los que, bajo esa caprichosa acusación, se acercaban a la realidad española. Hoy -cuando Sánchez en Davos hace un discurso progresista que no aplica en su país- surgen los datos -'demagógicos'- de Oxfam Intermón, según los cuales la distancia entre pobres y ricos se agranda en España, hasta el punto que hasta el morirse o vivir es cosa de clases. En Cataluña, por ejemplo, los ricos viven once años más que los pobres, en Madrid ganan por siete y en Andalucía no conozco los datos, pero teniendo en cuenta que estamos es una de las regiones europeas dónde hay más pobres y mayor desigualdad social resulta fácil deducir los que unos y otros disfrutamos o padecemos de vida y de tantas otras cosas. Revela el documento -publicado en este periódico- que España "no sólo es el cuarto país más desigual de la UE, sino que, tras Bulgaria, es el segundo en el que la distancia entre ricos y pobres ha aumentado más". Tras la caída de las clases medias, hay 617.000 hogares sin ingreso alguno, somos el país con más paro -tras Grecia y Rumanía- y, por si fuera poco, tenemos más de un 13% de trabajadores bajo el umbral de la pobreza y, por añadidura, dedicamos mucho menos presupuesto que la media de la UE en asuntos sociales.

Seguramente los gobernantes de hoy, como los mencionados de antaño, o miran para otro lado -Sánchez, por ejemplo, se pasa el tiempo en su Falcon viendo a España a vista de pájaro- o tachan de demagogia estos datos, reveladores de la realidad sangrante de un país en el que mientras el presidente, con su avión presidencial se iba al palacete de la cálida isla de Lanzarote, con su esposa, hijas y su perro, cerca de 40.000 españolitos vivían en la calle y desbordaban los centros de acogida, en los días navideños. Todos tirándole dentelladas al poder, al precio que sea, o entretenidos en grotescas 'peleíllas' familiares, caso del menguante Podemos con el díscolo nene Errejón que se ha ido con la abuelita Carmena, ante el cabreo de papá Pablo y no menos -las mujeres son las que más se enfadan- de mamá Irene que no dudó en pedirle que le devolviera el acta de diputado.

En fin, la tragicomedia política española continúa. Tras las elecciones andaluzas, tenemos a la vista las municipales. Escucharemos cantinelas, mítines y latiguillos. Pero se hablará poco de los problemas reales de una España convertida en pegatina.

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