El mundo, tal y como lo conocemos, va a cambiar. Esta frase está sonando como un mantra desde prácticamente el minuto uno del confinamiento. Cambiarán las relaciones políticas, cambiará nuestra manera de relacionarnos, y todo eso conllevará también una forma distinta de amarnos. ¿Y si no fuera así? ¿Y si nos revolviéramos ante ese futuro oscuro? Este maldito coronavirus ha venido a atacar la línea de flotación de cómo somos los humanos, sobre todo de este lado del mundo, donde el mar Mediterráneo y la cultura latina han moldeado nuestra forma de ser abierta, cariñosa, desenfadada, amante de la vida y del contacto humano. Por supuesto tendremos que acatar el tiempo que haga falta estas medidas de distanciamiento,seguramente hasta que haya una vacuna, pero una vez esto suceda, que esto se quede en un episodio que viviremos y que contaremos a nuestros nietos y que superamos con una enorme fuerza, volvamos a abrazarnos, a besarnos, a reírnos, a irnos de cervezas y viajar a donde nos dejen. Somos españoles, andaluces, italianos, granadinos, gaditanos, sevillanos, malagueños... Y eso da envidia. Sigamos siéndolo. Que no se te agrie la vida.

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