El rotulista de La General

Extraviamos aquella entidad donde nuestros abuelos empeñaban los gemelos de oro para poner una ducha

De un tiempo a esta parte vemos los granadinos el cambio del rótulo en el Cubo como veíamos en un combate de boxeo a las muchachas subir al ring para anunciar, brazos en alto, el comienzo de un nuevo round. Digo yo que en vez de resultar tan fatigoso cambiar los letreros de la sede para CajaGranada que construyó Campo Baeza podrían ponerle una pegatina de quita y pon para hacer más fácil cambiar el nombre del nuevo dueño. O eso o poner un luminoso como los de Las Vegas en el que solo hay que cambiar las bombillitas de colores que hacen de letras de abecedario. Seguro que no imaginaba el afamado arquitecto que construyó ese imponente edificio vanguardista que la fachada iba a ser tantas veces agujereada para cambiar los letreros que se está sucediendo en estos últimos años. Y así en todas las oficinas. A este paso solo falta meter en plantilla al rotulista para ahorrarse dinero con los cambios de manijeros que se producen en la entidad. Aún recuerdo a los políticos de aquí decir que la Caja de Granada no perdería su razón de estar en la ciudad cuando ya estaba el rotulista fabricando las siglas plateadas del BMN que anunciaba a los granadinos que habíamos perdido definitivamente nuestra Caja, aquella por la que un día nos sentimos orgullosos y que fue líder del sistema financiero andaluz. Extraviamos aquella entidad en donde nuestros abuelos empeñaban los gemelos de oro para poner la ducha al lado del retrete y nos encontramos con otra más vegetariana y que ya hablaba catalán. Y pasamos de aquella antigua General conducida al final del trayecto por un maquinista con apellido de mata de campo, a ser de un banco del que nadie había oído hablar y que sonaba a antiguo latinajo. Le decías a un pensionista que la Caja de Granada a partir de ese momento se llamaba Banco Mare Nostrum y te exponías a recibir un garrotazo por decir picardías. Después cambiaron el nombre por el logo de Bankia, un banco rescatado y con olor a escándalo, con un presidente que tocaba una campanita para anunciar un nuevo asalto, si es que seguimos usando el símil pugilístico. Ahora le toca a Caixabank poner su logo en la fachada. No sé cuántos bancos y cambios de logos harán falta para que los granadinos superemos nuestra conciencia ahorrista devastada.

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