Hoja de ruta

Ignacio Martínez

No sabe, no contesta

UNA de las cosas más fascinantes de las encuestas es el último renglón. Los que no saben o no contestan. Se les puede tomar por desinformados o poco comprometidos. Pero son un baremo capital. Por ejemplo, con toda la tinta y movimientos telúricos que generó el Estatut catalán, resulta que una mayoría del censo se abstuvo, no contestó. Que no respondan los ciudadanos en las urnas es lamentable siempre. Empobrece la democracia, sin duda. Para evitar semejante desaire a las instituciones, en algunos países europeos el voto es obligatorio por ley. Los hay del Mar del Norte, como Bélgica y su vecina Luxemburgo, y mediterráneos como Italia, Grecia y Chipre.

Personalmente encuentro que votar es un derecho, pero no debe ser una obligación. A veces es muy difícil acudir, porque no se sabe o no se quiere elegir. Esta disyuntiva se da también en otros ámbitos de la vida. Resulta que gente comprometida, con una opinión clara de las cosas, hay muy poca. Por el contrario, una mayoría evita todo conflicto. ¿Qué hacer -por ejemplo- con la huelga general del próximo miércoles? Por internet circulan consejos para iniciados: no vaya a trabajar, no consuma lo más mínimo, saque una buena cantidad de dinero de su banco y reténgala unos días, salga a la calle con sus niños, que no deben ir al colegio, desde luego...; dedíquese al amor, que es gratis. Romántico.

Vayamos a la vida real: una empresa industrial andaluza con 350 trabajadores ha hecho una encuesta entre sus trabajadores y encuentra que, aparte de los delegados sindicales, sólo 16 quieren hacer huelga. Pero en el lado contrario, sólo quieren trabajar a toda costa 19, que no sean eventuales o de un departamento en el que acudir, si no van los demás, significa no producir. Uno de cada diez tiene claro que está a favor o en contra de la huelga general. Sin embargo, los del último renglón, los que no saben o no contestan, son mayoría absoluta: 188 se piden un día de asuntos propios. Ni hacen huelga, ni van a trabajar; no quieren lío. Y esta es la foto del país. Nuestro problema no es sólo que pasamos por la peor cosecha de líderes nacionales de nuestra joven democracia. Nuestro problema es que somos un país que no sabe, no contesta.

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