Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Es de sabios

La rectificación se ha convertido en la principal línea de actuación del Gobierno de Pedro Sánchez

Que rectificar es de sabios es algo que de tantas veces dicho no deja lugar para la duda. El presidente del Gobierno ha decidido aplicar el viejo refrán a rajatabla y enseñarnos su sabiduría diciendo un día justo lo contrario de lo que había dicho el anterior. El afán de rectificación, sobre todo en un equipo tan bisoño y con tan poco margen de maniobra como el que encabeza Pedro Sánchez, es algo que no nos debería extrañar. Formó su Gobierno de cara a la galería pensando más en ganar unas elecciones que en gestionar un país, con una minoría parlamentaria en permanente riesgo de naufragio y con los apoyos que le permitieron llegar a La Moncloa cuestionándolo por la mañana, por la tarde y por la noche.

Sin embargo, llama poderosamente la atención que la rectificación se haya convertido en la única línea de actuación política del Gobierno. En pocos días lo ha hecho con un tema tan grave como el de la inmigración, que nos afecta especialmente a los andaluces, y ha pasado del aquí caben todos a las devoluciones en caliente y a reforzar la frontera de Ceuta. Lo ha hecho también con la defensa del juez Llarena tras meterse la ministra de Justicia en un charco del que no era capaz de salir. Y ayer mismo lo hacía con el destino de Valle de los Caídos, su tema favorito de este verano, que tras la exhumación de Franco ya no va a ser un centro sobre la memoria histórica y parece que su destino es convertirse un cementerio civil. Con la cruz más grande de España, por cierto.

Demasiado para que sea simple casualidad. El Gobierno presenta unos alarmante signos de desnorte y es capaz de enredarse en temas de toda índole. Así es difícil ir a cualquier sitio. Y como con algo hay que entretener a la gente y dar la sensación de que se hace algo, es inevitable sacarse conejos de la chistera e intentar dar una imagen dinámica y progresista, aunque sea sustentada sobre la nada. Sólo así cabe explicarse que el tema fundamental de la agenda de Pedro Sánchez en el último trimestre haya sido el de la tumba de un dictador que se sublevó hace 82 años y que lleva 43 bajo una losa de mármol de mil quinientos kilos. Una cuestión a la que seguro que había que meterle mano en algún momento. Pero convertir a Franco en tema central de una gestión política demuestra una debilidad alarmante. Con esa debilidad no cabe esperar otra cosa que nuevas y más profundas rectificaciones. Ya se sabe que es de sabios.

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