La Semana Santa ha sido un espejismo. Sí, todos hemos comprobado cómo estos días pillar una mesa en una terraza parecía más difícil que ganar Los Juegos del Hambre. La Costa ha estado a rebosar, la capital, también, pero... ¿y aquellos bares que no tienen esas mesas en su exterior? ¿Y los hoteles? Aquí la historia es totalmente distinta y muestra la realidad que aún sigue tras un año toreando la caída de ingresos en el sector a consecuencia de la pandemia. Sí, las terrazas han estado llenas esta Semana Santa, pero los hoteles se han quedado prácticamente vacíos. El cierre perimetral, necesario pero algo ilógico para muchos al prohibir a un malagueño venir a Granada y viceversa, pero permitir a un francés ver la Alhambra, tomarse unas tapas en el Centro y un espeto en Salobreña, ha dejado sin clientes a unos establecimientos hosteleros que aguardan a un verano para poder salvarse. La clave estará en la vacuna -a ver si quienes corresponde se ponen las pilas-, porque, de lo contrario, los datos del paro que se esperan que salgan hoy no serán nada en comparación con lo que pueda venir.

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