Cámara subjetiva

Ángeles Mora

La semana

NO es que esta semana que ya toca a su fin no haya sido pródiga en noticias -algunas incluso agradables- pero durante toda ella ha planeado sobre nuestra ciudad un asunto de incuestionable importancia y de inusual tratamiento mediático: la elección del nuevo rector de la Universidad granadina. Cuando esta columna -qué palabrita- haya ocupado su lugar en el periódico, ya sabremos qué candidato ha alcanzado la meta: enhorabuena, pues, al ganador.

Lo más curioso de estas elecciones, lo que nos ha sorprendido a todos, ha sido de qué modo se ha desarrollado la campaña, saliendo del ámbito universitario para expandirse por la ciudad: en los periódicos, en la calle, casi al estilo americano. El hecho de que la votación se haya realizado -por primera vez- no en el interior del Claustro, sino por el voto "global y ponderado", es sin duda lo que ha llevado a una situación impensable en anteriores ocasiones. Parecía que votaba toda la ciudad. Artículos y fotos se han amontonado en nuestros tres periódicos, en las páginas web, en los e-mailsý Claro que los tiempos han cambiado. Lejos nos quedan ya aquellas frases airadas de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, en 1936, en la inauguración del curso, cuando respondió a los franquistas, tras oír sus consignas de barbarie, que estaban "profanando el Templo de la Sabiduría" y que él no podía tolerarlo porque era su "Sumo Sacerdote".

Ningún rector se consideraría hoy un Sumo Sacerdote de ningún Templo, pero el informe PISA sobre la situación de la educación en España y en Andalucía en particular, y el futuro universitario que se ha diseñado en el acuerdo europeo de Bolonia, nos obliga a pensar con los pies en la tierra en un mañana que no se presenta muy halagüeño. ¿Que en estas elecciones ha habido influencias políticas? Quién lo duda, siempre ha sido así, como el problema de las rencillas y las ambiciones personales y corporativas. Aunque sería deseable no ofrecer esa sensación de mercadeo que inevitablemente ha trascendido al ciudadano, cosa que perjudica no sólo a la imagen sino también al deseable funcionamiento democrático de la Universidad. Lo importante ahora es aunar esfuerzos, no dedicarse a minar la tierra bajo los pies del nuevo rector. Importa ser leales y que, dentro de las pocas perspectivas existentes, el equipo rectoral que llega sepa capear las oscuras nubes que se avecinan y defender el espíritu universitario frente a una realidad en donde priva un economicismo extremo. Apostemos por la sabiduría, aunque sin Templos.

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