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fernando Lusson

El 'seny' de los antisistema

CUANDO la dirección de las Candidaturas de Unidad Popular (CUP) decida hoy sobre la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat se podrá comprobar si en los antisistema catalanes que tienen en sus manos la gobernabilidad de Cataluña ha primado el seny o la rauxa, el sentido común o la furia. Tras el inverosímil empate en la pasada asamblea general todo puede pasar. Pero el cambio de metodología para tomar la decisión, del sistema asambleario a algo tan propio de la vieja política como la votación de la cúpula, apuntaría a que es más que probable que se inventen algún procedimiento que permita que seis de sus diez diputados voten a favor de Artur Mas…, y salvar la cara.

Los antisistema catalanes deben utilizar el seny para valorar si ya han llegado al máximo de sus aspiraciones en esta etapa y a partir de ahora todo lo que no sea la investidura de Artur Mas se presenta como un grave problema que puede hacer descarrilar el proceso independentista. A Junts pel Sí le han arrancado su propuesta de agenda social y pueden presumir de tener sometido a sus designios a todo un presidente que sólo en el último instante ha mostrado un gesto de dignidad para llamar al orden a los cuperos. La reprimenda llega tarde: para la mayoría de los agentes políticos catalanes, Artur Mas es ya más parte del problema que de la solución.

Si los dirigentes de la CUP se dejaran llevar por el sentido común, tratarían de evitar por todos los medios la celebración de unas nuevas elecciones. Los votantes suelen castigar al partido que identifican como causante de la ingobernabilidad -aunque en buena práctica antisistema habrían alcanzado el paradigma del cuanto peor, mejor-, y tras los cambios registrados en las últimas elecciones generales y el impulso adquirido por los partidos favorables al referéndum de autodeterminación perderían apoyos tanto en favor de la sucursal de Podemos como de ERC, que espera dar del sorpasso definitivo al partido de Artur Mas. Provocarían, además, las quintas elecciones autonómicas en cuatro años, una situación sólo equiparable al escenario italiano del pentapartito.

Pero no hay que despreciar que en la dirección de la CUP también hay quien defiende la rauxa en forma de coherencia con el compromiso adquirido antes, durante y después de las elecciones de no investir a Artur Mas. Espadas en alto.

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