Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

¿No sienten vergüenza?

Mientras Sánchez se arrodilla ante los dioses independentistas, Casado reza en una misa por Franco

Me refería en anterior comentario a la decepción ante la devaluación de la política, repleta de mentiras, intereses individuales -ni siquiera siempre de partido-, insultos a la inteligencia, peleas tabernarias en un Parlamento donde se exhibe la mediocridad de los padres y madres de la patria. En los medios televisivos predomina -sean estatales o privados- la protección de favoritos y el rechazo de los otros, sin el equilibrio exigible en una sociedad plural. Se echa de menos, no sólo en los medios audiovisuales, sino en los escritos, análisis profundos, presencia de destacados intelectuales que en otros tiempos democráticos enriquecieron a la sociedad.

En la actualidad, la atención nacional se centra en lo que dicen y hacen el presidente de Gobierno y el jefe de la oposición. Puede parecer anecdótico, pero las últimas notas que han destacado los medios es el hecho de que mientras Sánchez se arrodillaba ante los dioses independentistas -pagando lo que les exijan no sólo para aprobar los presupuestos, sino para asegurar su sillón presidencial sine die-, Casado rezaba en una misa por Franco. El primero era consciente de lo que se jugaba ante la opinión pública, eligiendo a independentistas y a herederos de los que tanta sangre inocente derramaron, como socios imprescindibles. Otegi organizó, días antes, una manifestación pidiendo la independencia del País Vasco y Rufián y el mencionado Otegi se unieron para proclamar como iban a influir en la gobernanza de la denostada España, teniendo de rehén a Sánchez como presidente.

Mientras, al jefe de la oposición, que insiste en llamarse de centro derecha, además de mantener las disputas internas con la mandarina Ayuso, se le ocurrió acudir a la misa que en Granada, se celebraba el 20 de noviembre en la Iglesia del Sagrario, en recuerdo de Franco, acto limitado a un puñado de nostálgicos, olvidado por todos, revivido por la presencia inesperada de Casado. ¿Tan mal informado estaba del carácter de este acto religioso? ¿No le importaba las consecuencias políticas y mediáticas de su presencia? Incluso medios internacionales han destacado la presencia del jefe de la oposición en una misa dedicada al dictador que tantas víctimas causó en aquella España dividida y cainita de nuestro triste pasado. Pasado, por cierto, que el actual Gobierno intenta revivir, sacando al fantasma a pasear, no para recordar a sus víctimas, sino como un elemento momificado de la vida política y social, cosa abominable cuando tantos problemas tenemos en la España de hoy, empezando por el enemigo público principal que es el Covid-19 que, en sus diversas variantes, se resiste a dejarnos tranquilos.

Ante las realidades de hoy, ¿no sienten vergüenza los políticos de sus desvaríos?

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