En tránsito

eduardo / jordá

E spacio interestelar

MIENTRAS sigo vagamente el debate de investidura del Parlamento andaluz, recuerdo que no hace mucho la NASA anunció que la sonda Voyager 1 había traspasado los límites de nuestro sistema solar -eso que se conoce con el enigmático nombre de heliopausa- y había entrado en los vastos e inconcebibles dominios del espacio interestelar. La sonda Voyager lleva viajando por el espacio desde 1977, con un Disco Dorado en su interior que contiene grabaciones de saludos en cincuenta y cinco idiomas humanos, además de unas cien imágenes de la Tierra y una muestra de sonidos que van desde el lenguaje de las ballenas hasta el canto de los grillos, el ruido de un tractor o el zumbido de un avión supersónico (por desgracia, problemas de derechos impidieron que también pudiera figurar el Here Comes the Sun de los Beatles). Todo eso lo eligió el astrónomo Carl Sagan, por si alguna vez la sonda se encontraba con alguna clase de vida inteligente que pudiera hacerse una idea de cómo era la vida en la Tierra.

Quizá el buen Sagan debería haber incluido un breve resumen de un debate de investidura en un parlamento autonómico, por ejemplo el andaluz, para que los ignotos habitantes de Alfa Centauri, un suponer, pudieran hacerse una idea, dentro de cien mil años, de las cosas que atraían la atención de los humanos en un rincón perdido de nuestro sistema solar. Y me pregunto, ya que estamos, qué clase de código matemático o simbólico tendrían que usar los científicos de la NASA para traducir a un hipotético lenguaje extraterrestre unos conceptos como los de "Plan de Lucha contra el Fraude Fiscal", "nuestro futuro depende de la Educación" o la "reducción de un 10% de altos cargos y asesores". ¿Habría que inventar para traducir esas cosas un nuevo lenguaje matemático? ¿O bastaría con poner una grabación con las risas un rebaño de hienas? Sería bueno saberlo.

En cualquier caso, me gustaría pensar que nuestros parlamentarios son conscientes de que no viajan en una sonda como la Voyager 1, que hace poco cruzó los límites de eso que los científicos de la NASA, usando un lenguaje de poetas de la última generación, llaman la "heliosfera" y la "heliopausa", sino que viven -y muy bien, por cierto- gracias al trabajo y al esfuerzo y los impuestos que pagan unos ciudadanos. Y esos ciudadanos albergan aún una vaga esperanza de que sus expectativas puedan ser satisfechas algún día, siquiera sea antes de que la Voyager llegue a los límites de la galaxia de Andrómeda.

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