Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El submarino

Tras el debate de la moción de censura Rajoy puede estar convencido de que no tiene obstáculos en el camino

Es Pablo Iglesias un submarino de Mariano Rajoy con la misión de que el PP permanezca en el Gobierno por tiempo indefinido? Seguramente no, pero muchas veces lo parece. Y sostengo que no porque soy poco dado a creer en conspiraciones y maniobras en la oscuridad. Por ejemplo, estoy entre los convencidos, con inocencia impropia de mi edad, que el Club Bilderberg no es más que una reunión de ilustres jubilados con poco que hacer que se dedican a especular en animadas tertulias sobre un futuro en el que tienen grandes posibilidades de no estar. Creo que los poderes financieros, empresariales y políticos dignos de ese nombre no necesitan ocultarse en sociedades secretas ni grutas vaticanas para mover los hilos del mundo. Que se lo pregunten a Trump, a Putin o, sin ir más lejos, a cualquier historiador riguroso de la transición española, hoy que se cumplen los cuarenta años de las primeras elecciones democráticas.

Pero no divaguemos: lo de Pablo Iglesias me escama desde hace tiempo y la moción de censura discutida, por decir algo, los dos últimos días en el Congreso no hace sino aumentar mi inquietud. Dejemos a un lado la evidencia de que Mariano Rajoy gobierna en España porque Pablo Iglesias puso especial empeño tras las elecciones de diciembre de 2015. Para la historia queda esa comparecencia en la que repartía carteras ministeriales y se quedaba con los servicios de espionaje y la televisión. Ahora, el planteamiento de la moción de censura -que no tenía como objetivo derribar al Gobierno, sino dar un pellizco de monja a Susana Díaz si hubiera ganado las primarias-, su escenografía castrista con larguísimos discursos en los que se remontaba a Silvela para explicar la corrupción del PP, la falta de ideas y de argumentos más allá de lugares comunes pasados por el tamiz de la extrema izquierda, su intento de llevar al PSOE a la equidistancia, el embarre del debate con el portavoz de Ciudadanos… Así se las ponían a Fernando VII, debió pensar Rajoy.

En esas seguimos. Tras el debate de la moción de censura ni el presidente está más débil -quizás todo lo contrario- ni Iglesias ha pasado a ser una alternativa creíble. El desgaste de su larga permanencia en el Gobierno y el acoso de las acusaciones de corrupción no le pasan factura a Rajoy. En parte, sólo en parte, se lo debe al mediático portavoz de Podemos y a sus aliados. Y me reafirmo: Pablo Iglesias no es un submarino del PP. Es un concienciado dirigente que tiene un único problema: no da más de sí. No sé si me explico.

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