Un compact disc virgen que por 50 céntimos podía copiar álbumes de artistas musicales o videojuegos. Después llegó el DVD... Creadores de contenido de todo el mundo se volvían locos. Las campañas contra la piratería arreciaban en la televisión, en la prensa y en la radio a la par que la industria calculaba las pérdidas en millones de euros. Fue la otra piratería, la primigenia. Ahora las canciones se alojan en USB y hasta los canales de televisión de pago se piratean. Aquella precoz actividad ha quedado arrojada en el pasado, tirada como una colilla.

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