El otro día, en la presentación en mi pueblo de mi última novela, en la que hablo de los difíciles tiempos de la postguerra, al final del acto y en un corro de personas que se había rezagado, una persona de edad provecta habló de lo mal que se pasó en España en aquellos años y de las fórmulas de subsistencia que se empleaban. Así, se acordaba de que siendo niño se hablaba de un hombre que tenía el oficio de sustanciero. Nos informó de que este hombre, al parecer, recorría las calles con un hueso de jamón atado a un extremo de una cuerda y que alquilaba a las amas de casa por tiempo para que lo añadiera a las cocciones de sus guisos con el objetivo de darles más sabor a los mismos. A dos perras gordas el cuarto de hora. Iba por las calles anunciado su producto y pregonando a grito pelado: "¡El sustanciero! ¡Llevo un rico hueso para el puchero!". Y de ahí ese refrán de la época que decía: "A la olla de enero, ponle buen sustanciero".

Otra persona, que confesó que acababa de cumplir ochenta años, contó que de pequeño había vivido en un corralón de vecinos en el que las mujeres se ponían todas de acuerdo para comprar una morcilla a escote para pasarla por los diferentes pucheros. Cuando la morcilla había pasado por todos los guisos, la partían en trocitos para que cada comida llevara un poquito de tan sustancioso alimento. ¡Menudos follones se liaban!, dijo el octogenario, aclarando que había vecinas que protestaban porque algunas habían tenido más de la cuenta la morcilla en la olla.

Un tercer asistente a la tertulia improvisada dijo que como esto siga así por el desastre económico que está acarreando el coronavirus nos vemos otra vez compartiendo el hueso de jamón y la morcilla. Todos nos echamos a reír, algunos con una risa nerviosa y desconfiada. "Sí, vosotros reíros, pero España ha registrado la mayor caída del PIB, las horas trabajadas han descendido casi un 22 por ciento, se han cerrado casi el 20 por ciento de negocios desde que empezó todo esto y la Seguridad Social ha perdido casi 900.000 afiliados. Eso sin contar las cifras del desempleo, están aumentando escandalosamente", dijo con precisión de estadista el último tertuliano. Entonces a todos se nos heló la sonrisa.