La chauna

José Torrente

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La telenovela

Pareciera que a Juana Rivas le importe la estabilidad emocional de sus hijos mucho menos que humillar a su exmarido

Pareciera que a Juana Rivas le importe la estabilidad emocional de sus hijos mucho menos que humillar a su exmarido. No tanto piensa en el futuro de sus criaturas como en tratar de vencer con frenesí mediático al padre. Como si fuera el odio quien firmara sus demandas, y darles publicidad su razón única.

No recibe más contundencia judicial porque la justicia tiene una lenta administración de su equilibrio. De lo contrario los zascas togados contra la despechada madre de Maracena serían tantos más como irresponsables son los actos de una exesposa revanchista y bastante inadecuada para cultivar y educar con serenidad la emoción de sus hijos, según confirman los psicólogos que han evaluado su comportamiento.

Hasta tal punto llega su desequilibrio que ha sido capaz, así lo solicitó, de preferir entregar sus hijos en adopción administrativa a las autoridades andaluzas antes que al padre biológico, que tiene la custodia, legalmente adjudicada por la justicia italiana. Doña Juana insiste en su perfil hater y vengadora contra su exmarido, porque se le ha acabado el comodín del apoyo popular, tras detectar el populacho que estaba siendo utilizado como masa electoral por unos, y como soporte de su estrategia exmarital por la otra.

Nos contaban de una madre que parecía defender a sus hijos de un presunto terrorista conyugal, que imploraba ayuda para evitar el infierno a sus infantes. El PSOE entonces gobernante se unió al dolor porque vio emolumentos electorales a cambio. Se pusieron en medio del festín de calculadas emociones, electoralismo y feminismo fino. Susana Díaz no iba a perder la oportunidad.

Hasta que la justicia soberana e independiente nos puso las gafas de ver de cerca y nos destapó la burla. No tragó aquí, ni en Italia tampoco. Agarró por la raíz del mal el problema para abochornar a sus ideólogos y consejeras a tiempo parcial. Sentenció cuán indocumentada era la asesoría legal de la señora Rivas, cuánta media verdad construía su relato de mentiras, y cuán distante era la realidad de lo que nos contaban.

La justicia habla siempre tras los hechos probados, y éstos, por sí solos, han desmontado la estrategia revanchista de una mujer divorciada, en proceso de extorsión sentimental a un exmarido dedicado a defenderse del populismo político, los falsos argumentos y propagandas infames. Los autos y sentencias judiciales están poniendo recato al revanchismo de Juana Rivas. La telenovela de sus odios agota los episodios. Ya aburre.

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