Mar adentro

Milena Rodríguez / Gutiérrez

Una televisión propia

EL experimento ha durado un día. Y ha consistido en la instalación de un canal televisivo llamado Zona Chana TV. Puesto en práctica por el Proyecto Aula Abierta de la Facultad de Bellas Artes y el Centro José Guerrero, su propósito ha sido anticipar la televisión del futuro: una televisión, se dice, cercana, experimental, abierta, participativa, sin censuras. Los protagonistas de este canal comunitario y experimental han sido los niños, los comerciantes, las amas de casa de aquel barrio. Y los contenidos de los programas en esas significativas 24 horas han girado alrededor de los propios vecinos y su entorno, de la realidad cultural, social, histórica del barrio. En la televisión del futuro, dicen los que saben, ocurrirá lo mismo que en este canal de la Chana: la audiencia será protagonista y abandonará el papel pasivo que hoy le corresponde; algo que se conseguirá gracias a una tecnología doméstica y barata.

Vivimos en una época de rebelión del público, una época en la que ya, gracias a la tecnología "doméstica y barata", resulta obsoleto, como dijera Virginia Woolf, pedir simplemente, o conformarse, con una habitación propia. Ahora todo el mundo puede pedir, aspirar a mucho más, y tener una cámara de vídeo, una página web, un blog propios; muy pronto, también, un periódico, un programa de radio, un canal televisivo. Se trata, hay que aceptarlo, de una época en la que no está de moda y en la que nadie quiere ser audiencia. O donde los comentarios y opiniones de la supuesta audiencia se convierten en el contenido fundamental, o único, de muchos programas televisivos (hecho, por cierto, no necesariamente positivo; basta con ver los programas estrellas de la televisión actual, donde muchas veces nos gustaría ver empleados esos tan cuestionados métodos de censura). Una época, en fin, donde receptor y emisor parecen coincidir muchas veces en la misma persona: gente mirándose, contemplándose y hablándose a sí misma por todos los canales y vías posibles.

Considerando, en fin, la ya inminente realidad de esta televisión del futuro, que se empeñan en vendernos como utópica, mejor, perfecta, y deseando que a pesar de todo merezca efectivamente la pena, uno piensa que harían falta más proyectos como el de la Chana. Porque entre las aspiraciones de esta nueva televisión debería sin duda incluirse uno que, desde lejos, parece cumplido en la TV de la Chana: el carácter activo de la audiencia puesto en función de propósitos loables, como la educación, la cultura, la imaginación, el arte, el entretenimiento inteligente.

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