Con tiempo y esfuerzo

Han quedado manifestadas las grandes discrepancias entre PSOE y Podemos del comportamiento del Ejecutivo

Al final, cuando el riesgo de las nuevas elecciones parezca algo más que una amenaza, los dirigentes de PSOE y de UP habrán de responder a una pregunta que tendrá dos formas de plantearse. Podrá cuestionarse por qué el PSOE no quiere mantener la oferta que en su día hizo a los podemitas; pero también se puede preguntar, con el mismo énfasis, por qué UP no aceptó la propuesta que en su día le hicieron los socialistas. Ese será, me imagino, el debate de los últimos días.

Fue Rufián, el portavoz de ERC, quien en pleno de investidura, preguntaba a Pablo Iglesias: "Cuatro ministerios para cuatro años ¿está bastante bien, no?". Y así era. El dirigente de Podemos, a quien faltaron reflejos y sobró ambición ese día, dejó escapar una oportunidad única de demostrar el nivel de responsabilidad y compromiso de su formación. Y lo peor de las oportunidades únicas es que no suelen volver. Aquella propuesta venía de un proceso de cesiones, acercamientos y rectificaciones del PSOE que lo alejaban cada vez más de su inicial criterio de alcanzar solo un acuerdo programático. Pero, además, la negativa a aceptar la última oferta y la negociación de los días precedentes pusieron de manifiesto las graves discrepancias que hay entre las dos formaciones sobre cómo debe ser el comportamiento de ese ejecutivo. Se corría el riesgo de constituir un gabinete que ni era un gobierno ni era una coalición, sino que sería más una yuxtaposición de ministerios sin coordinación ni objetivo común. La negativa de Pablo Iglesias amplió, de forma considerable, la brecha que entre las dos fuerzas políticas se había abierto. De una gratificante colaboración parlamentaria de la legislatura anterior se pasó a un enfrentamiento descarnado sobre autenticidades y ministerios. Y esa ruptura no tiene arreglo inmediato. Ha desaparecido la confianza entre las dos fuerzas, ha aumentado la crispación y ha puesto de manifiesto discrepancias de filosofía política que hacen imposible la convivencia. Sería un error pensar que un acuerdo que podría culminar en un gobierno compartido es imposible. Pero retomar los contactos, reencontrar las coincidencias, elaborar de nuevo las afinidades y las connivencias programáticas no es cuestión de semanas. Lleva tiempo, voluntad y esfuerzo. Y por eso la ruptura de la primera investidura requiere un tratamiento paulatino que debería iniciarse con un fuerte acuerdo programático que nunca debería ser considerado como un apoyo gratuito.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios