La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

De lo que no toca hablar: ¿Volverá Rivera?

Juanma Moreno se ha hecho en dos años con el traje de presidente y ya hay quien lo ve en Génova con el de Casado

Albert Rivera en Málaga, junto a Juan Marín y Elías Bendodo.

Albert Rivera en Málaga, junto a Juan Marín y Elías Bendodo.

Creemos de verdad que tienen influencia y capacidad de organizar un golpe de Estado un puñado de abuelos añorando al "irrepetible Franco" y diciendo burradas por Whatsapp? Que los disparates de unos militares retirados se hayan convertido en crisis nacional -los juristas ya advierten del difícil recorrido jurídico para castigarlos por un delito de odio- tiene mucho que ver con los tiempos de hipocresía y fariseísmo que estamos alimentando entre todos refugiados en la crisis del Covid. Como falso contrapeso, tal vez, al efecto agotador de la pandemia.

¿No interesa un debate? Pues se entierra diciendo que es una irresponsabilidad. ¿Toca hacer balance y hay poco que aportar? Pues la culpa es del coronavirus. ¿Hay que tomar decisiones difíciles? Pues ya se hará cuando todo pase. Y cuando llegue esa nueva normalidad que no fue nueva ni normal tras la primera ola ni lo será ahora.

Los dos años del "Gobierno del cambio" que se han cumplido esta semana en Andalucía son un ejemplo. Al PP le ha ido mucho mejor de lo que nadie se hubiera atrevido a pronosticar aquel 2 de diciembre en que Juanma Moreno perdió las urnas pero ganó San Telmo; Ciudadanos aguanta la desintegración del partido con el dopaje fullero del poder institucional; el PSOE de Susana Díaz sigue buscando su sitio con un discurso enlatado que ya no convence ni a los suyos; en Adelante hasta suenan tambores de un ERE y en Vox torean con altibajos el temporal, encantados (siempre) de conocerse.

Pero dos años en política son "una eternidad", como advirtió esta semana el presidente de la Junta, y lo que se mueve ya en el inframundo de los partidos promete... ¿De qué se habla entre bambalinas? ¿De qué no toca hablar (aún)?

El líder del PP, Pablo Casado, se desplazó esta semana a Sevilla para lucir con Juanma Moreno los dos años de la carambola andaluza que dio al PP el gobierno de la Junta, de ese bastión de poder complementario al gallego con el que hacer oposición al Ejecutivo de Sánchez. En la estudiada foto con la Torre del Oro al fondo, sus trajes eran casi intercambiables. Y no es una apreciación estética. Feijóo nunca pudo dar el salto a Madrid para suceder a Rajoy por culpa de otra foto (la de sus vacaciones en yate con los narcos) pero Juanma Moreno ya aparece en las quinielas de los presidenciables para Génova. Dos años sin sobresaltos, un mensaje contundente de moderación, una gestión de supervivencia en plena pandemia… Méritos propios que se engrandecen con los ajenos.

De poco le ha servido a Susana Díaz firmar la tregua con Pedro Sánchez. La penúltima crisis ha saltado estos días con los mayores del PSOE advirtiendo a los jóvenes que los trapos sucios se lavan en casa. Los susanistas, con un Fernando Villalobos haciendo de extraterrestre en las redes sociales, quieren dar lecciones sobre lo que debe ser un "buen militante"… y el primer mandamiento está claro: callar y no discrepar. ¡No toca! Por el Covid, oficialmente, y porque en el PSOE de Susana Díaz nunca toca.

Mientras en el PSOE se distraen con el juego de las sillas, en Cs prefieren la modalidad del despiste. Todavía no nos ha aclarado Juan Marín si cuando fija las estrategias de los naranjas en Andalucía habla en nombre de su partido (el de Inés Arrimadas aunque no le eche cuentas), en el de partner inseparable de Bendodo o en el suyo propio como aspirante vocacional a militar en el PP. Porque el relato que está construyendo se parece demasiado al clásico ¿qué hay de lo mío? Y porque es la explicación más verosímil a lo que ha ocurrido esta semana cuando Arrimadas lo ha rectificado en público descartando la "opción" de una alianza electoral PP-Cs que sólo parecer sumar en el imaginario del vicepresidente. Bueno, y de Luis Salvador. Con el matiz, por supuesto, de que son ellos y sus circunstancias. Y las que surgirán cuando la pandemia dé un paso atrás, los militantes (buenos y malos) decidan que toca redefinir el rumbo y los cabeza de cartel (los que sobrevivan) ocupen sus posiciones. ¿Será verdad que Albert Rivera está preparando su vuelta a la política más cerca de Casado que de Arrimadas? La foto del otro día con Marín y Bendodo en Málaga intriga...

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