La transición de la Izquierda

El acuerdo político ha significado poner sobre la mesa toda la fuerza social de ambas formaciones

Una de las razones del éxito de la transición española fue sin duda que todos los actores políticos que intervinieron en el proceso partían de una certeza y una responsabilidad: si el intento de traer las libertades a España fracasaba, la democracia en nuestro país no iba a tener otra oportunidad en mucho tiempo. Por eso, toda la transición fue un ejercicio de acuerdos y equilibrios para evitar precipitaciones injustificadas que pudieran arruinar el intento. Todo cambio se aquilató en sus tiempos y sus formas para no incurrir en enfrentamientos innecesarios que imposibilitaran el cambio político. Por eso, quizás, a algunos tanta moderación pudo causarle frustración; pero la inmensa mayoría de la población era consciente de que esa era la fórmula de no marrar en el intento. El éxito vino de la mano del equilibrio.

Hoy a la izquierda se le presenta una coyuntura parecida. Los resultados electorales y el posicionamiento del resto de formaciones políticas han brindado la oportunidad de que por primera vez el socialismo moderado y el socialismo radical se enfrenten al reto de gobernar España en una coalición progresista. Y lo hacen en unas circunstancias complejas, con una mayoría parlamentaria muy frágil y ante una oposición de derechas con un nivel de crispación desorbitado. El acuerdo político ha significado poner sobre la mesa todo el potencial político y toda la fuerza social que ambas formaciones tienen. No hay ninguna reserva ni ninguna otra alternativa. Pero, lo mismo que los constituyentes, tanto el PSOE como Podemos debe de saber que si esta experiencia política fracasa, la posibilidad de que la izquierda vuelva a gobernar en este país se alejaría varios lustros. Y la derecha es consciente. Tendrán que defenderse de ella, que intentará explotar provocaciones para romper el acuerdo, buscando y magnificando diferencias y discrepancias. Pero también hay que prevenirse contra el fuego amigo de impacientes, puristas y exigentes que reclamarán desdeel primer momento cambios sustanciales, reformas inmediatas y "conquistas inaplazables" sin querer atender a dificultades, ritmos y consensos. Lo importante es ser conscientes de que este gobierno constituye una experiencia esperanzadora pero frágil y dificultosa y que su fracaso comportaría una gran frustración a una parte importante de la ciudadanía para mucho tiempo. Por eso deben de entender que en la moderación, el equilibrio y la unidad está la base de su éxito.

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