El tranvía, del pasado al futuro

Al fin se dan cuenta de que, sin comunicaciones eficientes, el futuro, el desarrollo y el progreso no serán para nuestros hijos

Los años en que se produce el tránsito del siglo XIX al XX son, muy posiblemente, en los que de manera más sensible -y en algunos aspectos hasta espectacular- se experimenta un desarrollo y crecimiento económico de Granada ciudad y en lo que se viene denominando Área Metropolitana, aunque sin estar dotada ésta de ninguna clase de servicios que así justifique tal denominación.

Son ya aquellas lejanas témporas en que se pasaba, casi sin solución de continuidad, del cataclismo colonial español a un cierto flash desarrollista que, por las razones que fuesen, no se supo mantener el el tiempo y en el que las altas chimeneas humeantes de las numerosas fábricas azucareras, en la propia Vega de Granada y otros lugares de la provincia, modificaban el paisaje circundante. Contaba entonces nuestra ciudad -e incluso la provincia- con todo un plantel de empresarios que supieron jugar con fortuna la baza y riesgo de su dinero, en empresas prácticamente desconocidas hasta esos momentos, especialmente en la zona de la Vega. Y sí, crecieron mucho las primeras inversiones en aquella novedosa industria de la transformación de la remolacha, generando capitales hasta entonces desconocidos que, para bien o para mal -ese es otro asunto bien distinto- vinieron a modificar muy sensiblemente el urbanismo granadino y muchas formas de vida que hasta entonces no habían experimentado modificación, casi durante siglos.

Una de esas modificaciones vino con la Sociedad de Tranvías Granadinos y la instalación de toda una red tranviaria, cuyo funcionamiento duró algo más de cien años, que no se supo modernizar durante ese tiempo y que, finalmente, acabó, también, desapareciendo, en medio de una cierta e inconsciente algarabía que suponía retirar la vieja red de vías y catenarias, para que los automóviles particulares pudiesen tomar por sus fueros todas las calles granadinas y los habitantes de la treintena de municipios de alrededor -antes conectados por los tranvías- quedasen a merced de las insuficientes empresas de autobuses, ralentizando así la vida, el futuro y el lento presente de los granadinos.

Ahora, cuando se ha acabado de instalar y pocos años hace que los nuevos tranvías; el Metropolitano de Granada; vienen funcionando, desde Albolote hasta Armilla, se habla ¡por fin! de ampliar, de realizar una verdadera red y unir por este medio más pueblos a Granada y entre sí. ¡Hombre, se ha tardado y no sé si llegamos a tiempo, pero al fin parece que se dan cuenta de que, sin comunicaciones eficientes, el futuro, el desarrollo y el progreso no será camino aquí por el que transiten nuestros hijos! ¿O no?

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