Hoja de ruta

Ignacio Martínez

La tumbona de Rajoy

EL dibujante Peridis tiene en su haber creaciones antológicas. Por ejemplo, cuando empezó a disfrazar de magos a los ministros de Economía y Hacienda. También sentó cátedra cuando pintó con casco o armadura completa a los ministros del Interior. Pero quizá ninguna de sus criaturas ha alcanzado el refinamiento de Rajoy fumando un puro tumbado sobre Aznar, sobre una tumbona, sobre una hamaca, sobre un cómodo sofá, o sobre lo que imaginarse pueda. Tanto éxito ha tenido el sosias, que ya se le confunde con el original. Es un referente.

La última alusión la hizo ayer en Málaga Felipe González. Dijo que no le quita el sueño que gane la derecha, pero sí que lo haga sin decir nada, sin proponer nada y sin saber qué hacer con este país. En Málaga también ofició la plana mayor de los populares. Y no se quedó muda. González Pons dijo que España se está viniendo abajo, y contestó la frase del ex presidente, eludiendo hábilmente el fondo de la cuestión. El problema -dijo- no es qué hacer con España, sino qué hace este país con los malos políticos. Y eso se arregla con elecciones, que Arenas da por ganadas y proclama que traerán una forma distinta de hacer política.

Un malo de película, Álvarez-Cascos, no faltó en el escenario malagueño. Le preguntaron a Felipe si la defección del ex vicepresidente y ex secretario general del PP podría socavar el liderazgo de Rajoy e ironizó: "Eso, no". Pero ya en serio, consideró irrelevante el daño que pueda hacerle Cascos a su antiguo partido. Aunque eso no quiere decir que el interesado no lo procure. Porque Cascos se ha abonado también a la teoría de la tumbona, en sus diatribas contra el presidente nacional de los populares. "Las victorias no se resuelven sentado en un sillón, esperando que el tsunami de votos le lleve al éxito". Ha habido más. Gabriel Díaz Berbel, ex alcalde de Granada y ex senador, uno de los pocos dirigentes andaluces del PP que ha acompañado a Cascos en su éxodo, ha ido más lejos: "Están como buitres esperando que caiga la presa porque hay que poner el país tan mal, tan mal. No hay que colaborar en nada, en nada, para ver si de una vez la tarta la reparto yo".

La teoría de la tumbona cala en el inconsciente colectivo. Hay tradición, aunque no le toque de cerca a Rajoy, que es madridista y por tanto no debe figurar en la cofradía de admiradores de Helenio Herrera. A este entrenador de fútbol argentino, de padres malagueños de Estepona y Gaucín, le llamaban El mago, como Peridis a sus ministros de Hacienda. Don Helenio entrenó a muchos equipos en la España de finales de los 40 y todos los 50, entre ellos el Málaga, el Sevilla y el Barcelona. Era un hombre de ocurrencias y sostenía que podía ganarse un partido sin bajarse del autobús. Aquí es donde Rajoy encuentra su base filosófica de probado éxito y no en el marido de Celia Villalobos.

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