El único que faltaba

Le debemos a Ayuso la salida de Iglesias del Gobierno, y nunca se lo agradeceremos bastante. El primero, Sánchez

El volantazo a la izquierda de Inés Arrimadas ha acabado con su partido en la cuneta, sólo a falta de que el perito certifique el parte de siniestro total. Pero si eso podía ser previsible, pocos podían esperar la sucesión de sucesos, uno detrás de otro, desde que Isabel Díaz Ayuso cogiera la delantera convocando elecciones anticipadas y llevándose por delante, de paso, la tranquilidad pasmosa de la política de provincias hacia el vértigo incontrolable de Madrid.

El último en sumarse a la fiesta ha sido Pablo Iglesias, que, en un nuevo gesto mesiánico de los que tanto prodiga, deja el Gobierno para liderar, si lo dejan, la resistencia de la izquierda contra el avance imparable de la ultraderecha (sic). En un escenario cada vez más polarizado, con una política de disyuntivas donde el odio al adversario cotiza alto, la presencia precipitada de Iglesias en el debate complica la situación, y no necesariamente en contra de los intereses de la izquierda como a priori pudiera pensarse, más por razones electorales que por otra cosa, pues su creciente desprestigio y caída de popularidad están fuera de toda duda.

En muchos foros no se ha entendido la jugada de Iglesias, y en algunos se ha considerado incluso beneficiosa para los intereses de la derecha. Yo la entiendo como una maniobra sobre todo defensiva, de quien quiere evitar a toda costa la anunciada debacle de su partido en Madrid por la vía de concurrir otra vez en unión de Errejón y compañía, para de esta forma aglutinar el voto llamémosle radical anti-fascista que, unido a lo que pueda conseguir el PSOE más moderado de Gabilondo por su cuenta arrimando a lo más progre de Ciudadanos, sumen más que la ineludible alianza PP-Vox a la que ha llevado Ayuso con su desparpajo.

Este escenario, ciertamente complicado, sólo podría darse si una parte minoritaria del electorado vacante de Ciudadanos no se queda en casa y apoya a Gabilondo, pero los análisis más recurrentes suelen olvidar que las últimas elecciones no las ganó el PP, aunque lo parezca, y que a veces eslóganes celebrados por tu clientela (ese "socialismo o libertad" suena bastante mejor en la Puerta del Sol que en San Temo) también guardan un efecto rebote en la contraria. En lo que sí podemos estar todos de acuerdo es que le debemos a Ayuso la salida de Iglesias del Gobierno, y nunca se lo agradeceremos bastante. El primero, Pedro Sánchez.

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