La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El vacío religioso de las hermandades

Su problema más grave es el vaciamiento de sustancia interior. Porque afecta a sus cimientos

Leo en el muy interesante La paradoja de la historia (Acantilado) de Nicola Chiaromonte una frase que puede ayudar a las hermandades a tomar conciencia de su más grave reto: "Una fe se extinguirá sin lugar a dudas cuando se vacíe de su sustancia interior para preservar su forma exterior". Lo que, añado, degrada esa forma museificándola o vulgarizándola. En esta segunda década del siglo XXI las hermandades viven en una sociedad sometida a procesos de transformación tan radicales como los que se produjeron en la transición de la Edad Media a la Moderna, de la que nació la Semana Santa cuyas más antiguas huellas siguen devocionalmente vivas, y de la de la Edad Moderna a la Contemporánea, de la que nació la Semana Santa que, tras pasar por su reinvención regionalista, ha llegado hasta nosotros. Ahora vive su tercera gran crisis de transformación en lo que unos llaman la edad posmoderna y otros neocontemporaneidad o el fin de la historia.

Desde las cuestiones de orden público a las de organización y horarios la Semana Santa, y con ella las hermandades, ha de afrontar muchos problemas prácticos. Pero ninguno tiene la seria gravedad de su vaciamiento de sustancia interior. Porque afecta a sus cimientos. Devoción popular y/o fe religiosa conformaban esta sustancia. En uno y otro caso se trata de Dios y, como también escribe Chiaromonte sobre las creencias, "su realidad está implícita en nuestra forma de vivir" por lo que "nuestros actos dejan claro en qué creemos y en qué no".

Éstos son tiempos no sólo de cambios radicales en todos los órdenes de la vida sino también de laicismo positivo (separación de Iglesia y Estado) y negativo (expulsión de lo religioso del espacio público), de grave incultura religiosa -incluso en sus más básicos conocimientos y prácticas- entre los creyentes, de debilitamiento de la devoción popular que se transmitía a través de las familias y de crisis del catolicismo (según el CIS sólo el 68,5% de los españoles se dicen católicos y, lo que es más grave, sólo el 14,4% de ellos se consideran practicantes).

Éste es el desafío de las hermandades: no hacerse ni agrupaciones carnavalescas ni más clericales o beatas, sino más seriamente religiosas en una sociedad que cada vez lo es menos pero a la que le cada vez le divierten más las procesiones como fiesta y espectáculo irremediablemente degradados a causa de este vaciamiento de sustancia interior.

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