Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

El valor de un ojo

Qué poca inventiva. Fascismos y comunismos fueron dos soluciones exprés antisistema. Pero ya son añejas

Una chica pierde un ojo después de participar en una de las protestas callejeras que arrasan el mobiliario urbano en ciudades como Barcelona, Madrid o Granada. Los antifas se tiran a la calle para protestar, destrozar e irse de tiendas. Razonar que el motivo de su protesta está errado por inoportuno, ya que el ingreso en prisión de su icono 'antitodo', el tal Hasel, se debe a razones procesales y de reincidencia es perder el tiempo.

Qué poca inventiva. Fascismos y comunismos fueron dos soluciones exprés antisistema. Pero ya son añejas. Además, nunca apartaron del control de todo a la alta burguesía industrial-comercial, es que relevó a la nobleza feudal tras la revolución francesa. El poder ('er taco' que dicen los Morancos) sigue, más o menos, en manos de los mismos pero cambiados de nombre, como bien entendió 'El gatopardo', por ejemplo.

Todas estas disquisiciones deben importarle ahora un bledo a la doliente tuerta. Todos hemos corrido delante de los guardias. Era sano rebelarse contra las injusticias. Cuando lo son, claro. Lo de Hasel no lo es: su encierro es justo. Lo suyo es más cabezonería con afán de notoriedad que legítima protesta. En eso hasta los revoltosos estarán hasta de acuerdo. Pero ya que te vas de 'manifa', hazlo con cabeza. En una manifestación no autorizada suceden cosas: vuelan pelotas de goma, te arrean con porras, se incendian contenedores. Lo de siempre. Y los antidisturbios, unos curritos a sueldo, no son hermanitas de la caridad. Reparten leña. Sus cargas son violentas con la patente del monopolio del Estado, que es lo que hemos decidido todos en democracia que así sea.

No se les puede pedir madurez a los que por biología no pueden tenerla. Pero sí que tengan cuidado. No es pedir mucho. Porque luego nos lamentamos todos de que una chica se quede medio ciega por respaldar a un tipo que no da la talla ni como cantante, ni como teórico social, ni como líder. Hasel no vale un ojo, ni siquiera un moratón o destrozar una tienda.

A los que jalean el tema, tipo 'El Churches' y su peña, pues recordarles que ya son padres de familia y que de ellos se espera (y para ello se les paga) que tengan juicio y algo de ojo, virtud de todo buen gobernante que vemos todos que brilla por su ausencia. Tanto como ese ojo que, desgraciadamente, se perdió en esta absurda refriega.

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