Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

¿Quiénes nos van a gobernar?

A escasas fechas de terminar los plazos para decidir los diversos gobiernos, el mercadillo sigue coleando

Cada día que pasa sin decidirse los gobernantes del Estado, diversas autonomías y centenares de ayuntamientos se subraya el mercadillo repugnante hecho con los votos de los ciudadanos, en el que no priva el interés general, sino los partidistas y, sobre todo, los personales de los dirigentes. Por si fuera poco se está imponiendo el feroz centralismo de los líderes nacionales, dejando a un lado a los que directamente han sido elegidos, lo cual convierte a los candidatos en simples monigotes del partido, y, todavía peor, a los que se molestaron en votarlos. Se supone que ellos conocen mejor los problemas de su ámbito y con quienes coinciden o es más fácil acordar. Ese centralismo, con el 'te cambio unos ayuntamientos por una autonomía o por unos votos de investidura' -véase el caso de Navarra, por ejemplo-, es un chalaneo digno de una feria de ganado, referida en anterior comentario.

Mientras esperamos, a nivel local, quienes serán nuestros alcaldes, con qué programa y apoyos, se han celebrado las consultas del Rey para conocer al candidato más valorado para presidir durante cuatro años el Gobierno de España. Nos imaginamos lo que ha tenido que escuchar el Jefe del Estado de los representantes políticos, a juzgar por las declaraciones de los portavoces, tras reunirse con Felipe VI. Todos han puesto por delante las reclamaciones regionales para condicionar sus votos. Pero llama la atención la grotesca declaración de la señora Borrás que, en nombre de JxCAT, entre otras cosas, ha dicho la estupidez de que "los catalanes no tenemos Rey", como si ese grupo de la ultraderecha nacionalista, con racistas y supremacistas en sus filas -con Torra a la cabeza- y con sus políticos presos, calificados por la Fiscalía como actores de un Golpe de Estado, representaran a la totalidad de los catalanes que votaron masivamente la Constitución, con la Monarquía parlamentaria eje de la misma. Es un episodio más del referido esperpento catalán. Por su parte, Pablo Iglesias, cuyo grupo sufre una de sus peores crisis, con constantes purgas internas, la última la de Echenique, le ha expuesto al Rey su obsesión por formar parte del futuro Gobierno de Sánchez, condición para apoyar su investidura. Rivera y Casado pugnan por liderar la oposición en el Parlamento de la nación y Abascal considera un honor ser recibido por el Rey. Finalmente, Sánchez, con su acostumbrada ambigüedad, prometió intentar con responsabilidad y diálogo su investidura.

Paciencia, mientras tanto, en la órbita local para descubrir quiénes serán los alcaldes de ciudades o pueblos de nuestra geografía. Paciencia que puede desembocar en indignación de lo que hagan con nuestro voto, convertidos en invitados de piedra de la democracia.

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