Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Te vas a enterar

Ninguno de los líderes en liza tiene mucha menos edad que Suárez, Aznar o González cuando tuvieron que gobernar

El fracaso que lleva a España a repetir otra vez unas elecciones admite lecturas desde muchos puntos de vista. Pero hoy me quiero quedar con la sensación ampliamente compartida -me atrevería a decir que por casi todo el país excepto los muy partidarios- de que hemos dejado la responsabilidad de gobernarnos a un grupo de jovenzuelos atolondraros que no saben lo que tienen en sus manos. Es la política adolescente a la que se han referido en las últimas semanas algunos dirigentes territoriales que no daban crédito a lo que estaba pasando en Madrid. Y lo que estaba pasando es que los cuatro que tenían la obligación de traducir en gestión política y estabilidad institucional lo que los ciudadanos habían decidido en las elecciones del 28 de abril se dedicaron a pelearse con el y tú más, el ahora no se juega porque la pelota es mía y ya no te hablo y te vas a enterar.

¿Por qué la que en un tiempo llamamos pomposamente la nueva política, que venía a sustituir el sistema ya caduco con el que se había construido la democracia hace cuarenta años, ha derivado en lo que hemos visto durante los últimos meses? No crean que es un problema de edad. No es que de pronto los liderazgos, en los nuevos y los viejos partidos, hayan terminado por razones diversas en manos de jóvenes inexpertos que por esas circunstancias -las de jóvenes e inexpertos- se han visto superados por la situación. Ninguno de los cuatro líderes en liza tiene una edad muy diferente a la de Suárez, Felipe González o Aznar cuando tuvieron que gobernar España.

El problema, posiblemente, sea más de preparación y de actitud. De preparación, porque si se observa la trayectoria profesional al margen de la política es muy escasa por no decir nula y eso, créanlo, imprime carácter; y de actitud porque esa dedicación a la política, al margen de otras consideraciones vitales, hace que el cálculo electoral y las maniobras de partido ocupen un lugar alto -sería una exageración injusta decir que exclusivo- en la escala de valores de los que ahora protagonizan la política en España. Sólo atendiendo a estas consideraciones se pueden entender, por ejemplo, el rechazo de Podemos a la coalición que se le ofreció en julio, la cerrazón posterior de Sánchez o el cambio de guión de Ciudadanos de esta semana.

Pase lo que pase el próximo 10 de noviembre vamos a seguir teniendo una política de bajos vuelos.Y sí, no les quepa duda que, como en las peleas de adolescentes, nos vamos a enterar.

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