Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Tres veces en seis meses

Andalucía lleva medio año paralizada por la acumulación de convocatorias electorales

Cuando el domingo se cierren los colegios electorales, los andaluces habremos ido a las urnas tres veces en menos de seis meses. ¿Tiene lógica? ¿Cuánto dinero nos habríamos ahorrado si se hubieran concentrado todas las convocatorias en un mismo día? ¿Siguen los políticos convencidos de que pueden tenernos permanentemente a su disposición para arreglar la falta de estabilidad y la provisionalidad en la que se ha instalado la política?

Y, sobre todo, ¿puede permitirse una comunidad como Andalucía permanecer seis meses paralizada por vivir en campaña electoral permanente? El lunes en la presentación del Anuario Joly, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, no podía evitar cierta desazón al reconocer que el cambio político no había sido percibido todavía por los andaluces, debido -quizás no en exclusiva pero sí decisivamente- al clima electoral que impide adoptar algunas medidas e incluso mantener unas relaciones institucionales normalizadas con la oposición.

Pero todo esto, con ser serio, sería menor si tenemos en cuenta el importante cansancio de los ciudadanos, llamados una y otra vez a votar y con la íntima sensación de que lo hacen para alimentar un sistema político que no da respuesta a las demandas de una sociedad instalada en una profunda crisis de valores, como demuestra la aparición de un partido como Vox. Sus votantes, más que una postura política, lanzan un grito de protesta contra la falta de alternativas para colectivos como los jóvenes, los desempleados o los trabajadores precarizados.

En cualquier caso, el domingo habremos contribuido con nuestro voto a renovar el Parlamento autonómico, el Congreso y el Senado, el Parlamento Europeo y nuestro Ayuntamiento. Ahora les toca a ellos, a los políticos, demostrar que tanto peregrinar hasta el colegio electoral ha servido para algo. Por lo pronto debería servir para que se pongan a trabajar y que hasta dentro de cuatro años no tengamos que volver para ratificarlos, porque lo están haciendo bien, o para echarlos, por todo lo contrario.

El voto es el principal instrumento democrático. Pero debe ser respondido con eficacia y compromiso. Si no, su efecto se anula y al ciudadano le puede vencer el agotamiento. Espectáculos como el del martes en el Congreso con la irrupción de los presos preventivos del procés y el circo que montaron ellos y se montó en torno a ellos no contribuyen a que entren ganas de correr hacia las urnas. Deberían hacérselo mirar.

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