Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

El verano de Pedrín

Creo que los españolitos están más pendientes de sus vacaciones que de la investidura del Presidente

He llamado en numerosas ocasiones con el diminutivo de su nombre de pila al excelentísimo señor don Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno en funciones, no por rebajar su categoría, refrendada por los españoles en las urnas -y antes por la moción de censura, a la que corrió a apuntarse como sucesor del vilipendiado Rajoy-, sino en el atributo cariñoso que le damos a los niños tozudos que tienen el desparpajo de salirse con la suya. Pedrín, don Pedro o su excelencia, como prefieran, será nuestro presidente los años que quiera y le vaticine su amigo Tezanos, con sus fabulosas encuestas que seguirán los españolitos a rajatabla, como conviene a un pueblo que es obediente por naturaleza, a pesar de su leyenda negra de rebelde e ingobernable. ¿Qué otro pueblo hubiese resistido tan estoicamente como el nuestro cuarenta años de dictadura? Bien es verdad que los leales a la República tuvieron que salir huyendo o murieron en cunetas o cárceles, entre ellos poetas excelsos como Lorca, fusilado en uno de aquellos sangrientos amaneceres, o Miguel Hernández, escribiendo desde la cárcel donde murió, sus últimas cartas, poemas o sus Dos cuentos para Manolillo (para cuando sepa leer). Fueron víctimas de una de las dos Españas que nos helaría el corazón, como advirtió Machado. En realidad fueron las dos, porque no debería olvidarse a otros autores como Muñoz Seca, fusilado no por haber escrito los ripios de La venganza de don Mendo, sino "por sus ideas católicas y monárquicas".

Todo eso ocurrió un lejano verano, el del 36 -¡esos dichosos veranos españoles!-, pero en julio del 2019, por fortuna, sólo les preocupa a unos pocos si Pedrín será investido el día 23 de este caluroso mes como Presidente, si tendrá que examinarse en septiembre o acabará convocando elecciones que, según Tezanos, ganará todavía con mayor diferencia. En cualquier caso pasará un verano tranquilo, no sé si en la mansión de las Baleares, a donde irá en su Falcon, con su esposa, hijas y perro, o en cualquier lugar al que le llevará cómodamente su invento volador que contamina más que los maldecidos vehículos de gasoil que todavía tienen muchos españolitos que no pueden comprarse un coche eléctrico, recomendados por nuestras ministras del ramo, e invadirán carreteras, autopistas y caminos vecinales para buscar un lugar de descanso (¿?) en sus merecidas vacaciones. Más merecidas, desde luego, que la de los parlamentarios que no han dado un palo al agua desde el descubrimiento de la inestabilidad política.

En fin, todos deseamos pasar el verano lo más tranquilos posibles. Como se lo deseamos al excelentísimo don Pedro, investido o no, y a los desocupados padres de la Patria que tienen que elegirlo, tras pasar por caja.

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